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El árbitro Pablo Mansilla explica lo que dice la regla y ofrece una reflexión espléndida

La opinión del experto sobre el alivio de Reed en el Farmers

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Patrick Reed. (Photo by Katelyn Mulcahy/Getty Images)

El caso Patrick Reed y su bola empotrada en el Farmers está en el centro de todos los debates del golf en las últimas horas. Hay mucha controversia y cientos de opiniones vertidas a borbotones en las redes sociales. Nada mejor que acudir a los expertos para tratar de arrojar más luz a lo ocurrido y darle más contexto a la situación. Uno de los que más sabe en España de reglas es Pablo Mansilla, árbitro olímpico en los Juegos de Río en 2016 y presidente de la Real Federación Andaluza de Golf.

Separemos lo legal de lo razonable en el caso de Patrick Reed (VÍDEO)

El dictamen de Mansilla no ofrece dudas. Patrick Reed y los árbitros del PGA Tour actuaron conforme a las reglas. «Miramos la regla de bola empotrada y lo ha hecho todo perfectamente. No veo problema ninguno. Ellos actúan bajo la impresión de que la bola no había botado. No lo habían visto y la voluntaria a la que consulta les dice que tampoco lo ha visto. De todos modos, lo importante no es que la bola bote o no note. Puede ser un indicio más, pero no es definitivo. Lo que dice la regla es que la bola debe romper la superficie del terreno. En este caso, Patrick Reed determina que la superficie se ha roto y el árbitro también, así que hasta aquí, todo bien», afirma.

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Mansilla recuerda que la regla de la bola empotrada cambió hace dos años y, en cierto modo, ha podido beneficiar a Reed. «Antes la regla decía que tenías que avisar a tu marcador, compañero competidor o rival de match play y darle la oportunidad de verificar cómo estás levantando la bola. Ahora ya no hace falta, no tienes por qué avisar aunque Patrick Reed sí lo hizo. También 

ha cambiado la manera de dropar. Antes se hacía lo más cerca posible del punto donde se empotraba y ahora se dropa con un palo de distancia sin acertase al hoyo», afirma.

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Otro aspecto que ayuda a Reed de las nueva regla es la duda razonable. «Hay otra cosa que cambió en la regla y es a su favor. Partiendo de la base que esa bola había roto la superficie, ya que así lo indica Patrick Reed y lo corrobora el árbitro, podría ser que hubiera otro pique de otro jugador y que la bola de Reed acabara ahí. La regla ahora dice que si es el jugador no puede decir con seguridad que su bola está empotrada en su propio pique o en el de otra bola, se considera que está empotrada en su propio impacto si es razonable llegar a esa conclusión con la información disponible en ese momento», apunta.

Todo lo que ha hecho Reed es impecable desde el punto de vista legal, pero siempre hay matices. «La explicación de Reed es razonable y lo normal es que haga lo que hizo, pero sí hubiese sido una buena práctica y razonable esperar a un árbitro porque si tomas un alivio incorrecto y no has llamado al árbitro al final la penalización te cae, mientras que si llamas al árbitro estás exento de penalidad al actuar bajo sus indicaciones. Por eso lo normal es llamar al árbitro. En este sentido, sí es cierto que, por ejemplo, el European Tour insiste mucho a los jugadores para que eviten llamar a los árbitros en los procedimientos sencillos. Y éste lo es», recalca.

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Para añadir un poco más de contexto a la situación, Mansilla recuerda las condiciones que había en el campo. «Si ha llovido tanto como para que no hayan podido entrar las máquinas en las calles a cortar el tercer día es normal que haya zonas embarradas, húmedas y blandas y podría ser que donde bota la bola primera no esté tan blando y a 30 centímetros sí. Se podría concluir que es probable que sea lo que haya ocurrido».

Una reflexión general muy interesante que realiza el propio Pablo Mansilla. «Richard Tufts escribió un libro que se llama Los principios que están detrás de las reglas de golf. Tufts fue presidente de la USGA y uno de los que más ha sabido de reglas siempre. En el libro cuenta una anécdota hablando con un discípulo.

Hay algunas cosas en el juego del golf que las Reglas no tratan de cubrir. Las Reglas no son un código moral sino que pretender servir como una guía para caballeros que juegan un noble deporte. Existe la historia del novato cuyo disfrute de un día de deporte había sido hecho imposible por la “deportividad” de uno de esos raros inadaptados en golf. A la conclusión de la infeliz vuelta se volvió a su libro de Reglas pero, al no encontrar consuelo en él, pidió el consejo del experto en la materia del club.

Después de escuchar el triste relato, ese que todo lo sabe, remitió a su ignorante amigo a la Regla 25. Incluso el más cuidadoso examen del libro de Reglas impidió la aparición de una Regla 25, así que el sediento de conocimiento volvió a su amigo letrado.

“No,” dijo el sabio en respuesta a la pregunta, “la Regla 25 es una de las Reglas no escritas.”

“¿Y qué dice?” Inquirió el neófito.

A lo que el infinitamente sabio respondió, al tiempo que se giraba sobre sus talones buscando un entretenimiento más productivo:
“No se juega al golf con sinvergüenzas.”

Mucho ojo, no estoy diciendo ni mucho menos que Reed lo sea, cuidado, sólo hago la reflexión de que las reglas no lidian con sinvergüenzas. Están hechas para aplicarse de manera honesta y no tratan de comportamientos deshonestos, por eso no se le pide al marcador que tenga que revisar si tu bola está empotrada. Si quieres hacer trampas, puedes hacer todas las del mundo. Las reglas están hechas para decidir donde todo el mundo está actuando de buena fe», asegura