Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Las catarsis de Koepka que nadie debería imitar en casa
Un ejemplo de hasta dónde puede llegar la desesperación de un deportista cuando no llegan los resultados

Las catarsis de Koepka que nadie debería imitar en casa

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Brooks Koepka. (Photo by Abbie Parr/Getty Images)

Brooks Koepka es un golfista de comportamiento intachable en el campo. Hasta donde nos llega la memoria no se le recuerda al campeón de cuatro Majors un mal gesto, un palo fuera de lugar o una reacción estrambótica tras un mal golpe. Tampoco es hombre de éxtasis alocados en las victorias. Básicamente, Koepka es un tipo tranquilo, sereno y que siempre transmite la imagen de estar bajo control… Pues bien, en los últimos tiempos no ha sido tan así. La procesión va por dentro. La frustración por los malos resultados le han llevado a desarrollar un método catártico cuando menos cuestionable.

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En un arrebato de sinceridad confesaba en la previa del Genesis Invitational lo que hizo para liberar la tensión después de fallar el corte en Mayakoba y en el Farmers. En ambas ocasiones, al llegar a casa, se encerró en el salón y comenzó a partir por la mitad su hierros uno a uno contra su rodilla. «No es algo que yo haga, no me considero una persona así, pero tenía mucha frustración acumulada. Mi sensación era que estaba haciendo las cosas bien, que el juego se encontraba donde yo quería, pero los resultados no llegaban. No suelo reaccionar así, pero estaba al límite, así que rompí dos sets de hierros», explicó.

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Koepka dejó claro que jamás haría algo así en público y que no permitió a nadie que grabara un vídeo mientras lo estaba haciendo. «Hay alguna foto, pero nada más. Las compartí con mis amigos y no quiero que las vea nadie más», apuntó. A la fase destrucción se le unió en el Farmers Insurance Open el momento aislamiento total. Brooks explicó que el sábado después de fallar el corte en Torrey Pines se encerró en su habitación en la casa que había alquilado esa semana. «Estuve 30 horas sin salir del cuarto. Estaba loco, cabreado y muy nervioso. No podía entender que no llegaran los resultados, ya no digo ganar, pero al menos estar en la pelea hasta el final. Era una frustración brutal. Me encerré para estar solo y pensar en lo que estaba pasando. No diría que fue un reseteo, se trató más bien de estar a solas conmigo mismo», señaló.

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La violenta catarsis de Koepka parece que dio resultado. A la semana siguiente de romper un juego de palos y encerrarse 30 horas en una habitación de una casa alquilada ganó en Phoenix. «Lo que más me sorprendido es la paciencia que tuve hasta el hoyo 13 en la última ronda. No me esperaba una cosa así de donde venía y fue clave para lograr el triunfo. Me di cuenta de que hay que ir a por las cosas, pero sin forzarlas, hay que estar allí, merodear y esperar por si cae, que es lo que ocurrió», explicó.

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Hay que destacar la sinceridad y honestidad de Koepka por compartir con todos unos episodios realmente privados y complicados desde el punto de vista psicológico, pero al mismo tiempo conviene recomendar que nadie en su casa realice este tipo de catarsis. Realmente, la lección final que nos deja su historia es que logró el triunfo, cayó la ansiedad victoria justo cuando supo mantenerse paciente.

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