– Siempre causa ciertas expectativas la llegada de nuevos valores a las grandes citas. Esta semana, en Cromwell, tenemos por ejemplo a Peter Kuest debutando como profesional después de haber destacado sobremanera durante sus dos últimas temporadas de universitario en la BYU, en las que ha ganado hasta ocho torneos, en concreto, los dos últimos que jugó antes del confinamiento.
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Kuest trae colgada la etiqueta de gran pegador, nada que no sea más o menos normal en los tiempos que corren. Pues bien, el joven nacido en Fresno, California, ha arrancado con una vuelta más bien discreta de 73 golpes (+3), así que se ha complicado ya mucho la vida para pasar un corte que este jueves ya se ha situado en -2. Tampoco se le puede exigir demasiado a un recién llegado. Sin embargo, ha dejado su sello con dos drives de más de 350 yardas, registro al que no llegaron en la primera ronda otros como DeChambeau, McIlroy o Wolff.
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En el hoyo 4 la mandaba a 354 yardas y en el 7 a 352. Seguro que se quedó a gusto. Ahora, como es lógico, necesita ordenar un poco más su juego y sacarle más jugo a esta capacidad. Apuntemos, en todo caso, que ayer hubo algunos drives todavía más largos en el recorrido de Connecticut. Por ejemplo, uno de Luke List en el hoyo 7, que se fue a las 365 yardas, otro de Dustin Johnson en el 18, de 360 o uno más de Schauffele en el mismo hoyo de 357.
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– También está en el TPC River Highlands otro joven valor del golf estadounidense de quien se cuentan maravillas, Sahith Theegala (-1), más artista que gran pegador, aunque no deje de ser un jugador muy completo. Él, de momento, sí ha comenzado ganando al campo.
– A Rory McIlroy no le fue nada bien el domingo en el Charles Schwab, cuando salía con opciones de victoria y firmó un 74. Tampoco la semana pasada, en el Heritage, brilló el domingo (vuelta de 70 golpes), aunque en esta ocasión no era candidato al triunfo. Se ve que el norirlandés le ha estado dando vueltas al asunto y ayer, después de firmar una vuelta de 63, aportaba un interesante apunte: “me he sentido un poco más plano durante los fines de semana porque es en esas vueltas cuando notas la presencia y el empuje del público. Si soy sincero, los jueves y los viernes no noto tanto la diferencia”. Bueno, pues ya tenemos un primer ‘damnificado’ ante el hecho de jugar a puerta cerrada, aunque también hay que matizar que Rory no ha esgrimido este argumento como causa fundamental de sus domingos grises.
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– El 60 del líder, Mackenzie Hughes, es un vueltón sideral, de eso no cabe duda. Pero es obvio que el TPC River Highlands es uno de los campos que más abre la mano, si no el que más. No hace falta recordar el 58 de Furyk en 2016, el resultado más bajo en un torneo del PGA Tour; además en los últimos años el ganador casi siempre ha hecho al menos una vuelta de 63 (Bubba firmó dos en 2018), de 64 o incluso de 62.
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Quiere decirse, sobre todo, que en esta plaza no está todo el pescado vendido hasta el final, porque también es relativamente habitual que el domingo se vea algún resultado bestial. Puede llegar a ocurrir, por ejemplo, lo de 2012, año en que ganó Marc Leishman después de firmar un 62 el domingo, habiendo salido a seis golpes de los líderes y en el puesto 21º. Bubba, en 2018, también remontó el domingo seis golpes al líder, Paul Casey, gracias a un espléndido 63, aunque el zurdo salió en sexta posición en la última jornada.
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– Un último dato curioso: Mackenzie Hughes, de 29 años, sólo ha ganado un torneo del PGA Tour y fue el RSM Classic de la temporada 2016-2017, torneo en el que comenzaba con un 61 en la primera ronda. No era el 60 de esta semana, pero casi. Eso sí, el domingo aún tuvo que jugar y ganar un desempate multitudinario contra otros cuatro jugadores (Barber, Villegas, Horschel y Norlander).
