Xander Schauffele (-14) ha firmado un 63 en la segunda jornada del Travelers y lidera el cotarro con abrumadora superioridad, pues mañana partirá con cinco golpes de ventaja sobre sus inmediatos perseguidores, que son legión: Patrick Cantlay, Harris English, Cameron Davis, Kevin Kisner y Nick Hardy, todos con -9.
Segundo 63 consecutivo del californiano y con un perfil muy similar: siete birdies, sin un solo borrón en la tarjeta, cogiendo muchas calles (22/28), cazando casi todos los greenes en regulación (33/36) y, por si fuera poco, salpicando ambas rondas de puritos, puros o purazos. Un verdadero tornado de golf, imposible de frenar hasta el momento.
Tan solo parecía haber un jugador capaz de mirar a los ojos a Schauffele, e incluso de someterlo. Era Rory McIlroy (-8), que con un parcial de cinco menos por los primeros once hoyos del TPC River Highlands, se estaba marchando con Xander, rumbo a un duelo apasionante en las alturas. Pero Rory, en esta segunda jornada, en realidad nos estaba llevando a todos a dar un paseo por Rorylandia. Otro más.
Rorylandia es un reino encantado del golf, una maravillosa encrucijada suspendida en el espacio y el tiempo, donde todo es posible y el aburrimiento no se concibe. Probablemente, el único lugar en el que, de manera ciertamente reiterada, pueden ocurrir cosas como que su Rey y Señor, Rory, firme un cuádruple bogey, un doble bogey y un bogey más en la misma vuelta y todavía disponga de una buena opción de birdie en el 18 para terminar el día por debajo del par…
En Rorylandia ocurre que McIlroy sólo falla una calle en los primeros once hoyos y, a continuación, pega un ganchazo en el 12 y manda la bola fuera de límites, para inmediatamente después fallar la calle también con la segunda bola y terminar haciendo un ‘8’ en ese par 4.
En Rorylandia ocurre que todo este lío del hoyo 12 se ha desencadenado justo después de haber estado razonablemente cerca de hacer hoyo en uno en el par 3 del hoyo 11.
Y pasa también lo que le ha pasado en el hoyo 15, el par 4 corto del recorrido de Cromwell: error de salida por la derecha, bola que bota en el camino y le deja al norirlandés una posición complicada, aprochito de aquella manera al borde de green y, desde allí, bola al agua, dropaje, nuevo aprochito y espléndido putt de más de tres metros para salvar el doble bogey.
En Rorylandia ocurre que en el 18 su bola pueda pegar en un buggy, situado a la izquierda de la izquierda de la calle y, a continuación, desde el rough, Mcilroy se procure una muy buena opción de birdie. En este reino inhóspito, fomidable ‘jumanji’ del golf, por supuesto que también ocurre que McIlroy sea muy capaz de sumar hasta siete birdies, dejándose incluso por el camino alguna que otra buena opción, con putt muy bien tirados.
Rorylandia es un rincón de fantasía, magia e incertidumbre, creado por Rory McIlroy a su imagen y semejanza. Un lugar donde este fantástico jugador pasa muchos días y semanas al año, sufriendo o vibrando con cada peripecia y en cada tirabuzón de la montaña rusa. En Rorylandia puede ocurrir casi cualquier cosa y sólo está prohibida la irrelevancia.
Fantástica exposición de Rorylandia…no se puede explicar mejor 🤣🤣 El jugador más irrelevante del mundo. Gracias por vuestro trabajo, un saludo
Por supuesto quería decir el jugador “menos irrelevante” del mundo.
Fantástico artículo! Me encanta! Precioso cuento!