Scottie Scheffler (-19) sigue mandando en el TOUR Championship, pero hoy dos candidatos que se niegan a dejar de serlo le han enviado un recadito. Si el Número Uno del mundo firmaba un más que notable 66, Xander Schauffele (-17) y Jon Rahm (-13) entregaban sendas tarjetas de 63 golpes. Cuidado, que esto no está acabado, ni mucho menos.
El parcial de nueve menos en dos rondas de Scheffler, unido a la ventaja con la que partía antes de pinchar en el tee del 1 el jueves, debieran haber sido argumentos más que sobrados que garantizaran su tranquilidad. Sin embargo, al texano se le pueden hacer muy largos los 36 hoyos que restan. Es verdad que apenas se atisban fisuras en su juego, pero es que ahora ya sabe que le hará falta un sobresaliente, y no un notable, para llevarse el domingo los 18 millones de dólares.
Jon Rahm, por ejemplo, probablemente ha jugado hoy el mejor golf en conjunto de toda la temporada. Más allá del resultado, que además ha sido muy bueno, y de los errores puntuales, pues no existe la vuelta de golf perfecta, el jugador español ha mostrado hoy una versión potentísima. Pegando muy duro desde el tee y, sobre todo, mostrando toda la precisión y eficacia que le faltó en la primera jornada con los segundos tiros. Hoy, Jon no hacía otra cosa que dejar la bola a la altura de la bandera, cuando no muy cerca del hoyo, directamente. Hoy ha vuelto a patear muy bien, aunque no puedan entrar todos. Hoy Jon ha transmitido una determinación fiera y un perfil de Número Uno del mundo, sin más.
Pues bien: es que Xander Schauffele ha jugado todavía mejor que el de Barrika, si cabe. Es verdaderamente subyugante el modo como juega este hombre en East Lake. Repasemos las cuentas: en 22 rondas de competición que ha disputado en este campo en su carrera, el californiano nunca ha firmado una tarjeta por encima del par y acumula ya un registro de -65, una verdadera monstruosidad. Dice Xander que su única preocupación cuando juega en esta esquina de Atlanta es poner la bola en calle. Una vez allí siempre dibuja las líneas con naturalidad y calibra al centímetro las distancias casi por ensalmo. Hoy finalizaba con un eagle en el 18 que recortaba a sólo dos golpes su desventaja con el líder, pateando desde apenas un metro y medio de distancia, después de pegar un soberano hierro, a más de 210 metros de la bandera.
Visto lo visto, las apuestas debieran volcarse en favor de Schauffele, con todos los respetos para Scheffler y su excelso año 2022. Lo que ocurre es que el golf se ríe del más pintado. Hasta de Tiger llegó a burlarse en cuanto tuvo ocasión. Es muy cierto que ahora se antoja imposible siquiera imaginar un Schauffele vulnerable y fallón, en este campo, que parece hecho a su medida y gusto. Pero cuando se habla de este deporte no queda más remedio que reconocer que torres más altas y con cimientos más sólidos se han desmoronado sin previo aviso ni explicación.
Jon, afortunadamente, también se ha hecho un hueco entre los que todavía tienen algo que decir. Y no quedan tantos, si hablamos del gran objetivo final, el de la victoria. Hay que temerlo también a él cuando se pone en este ‘plan buldócer’. Partía a siete golpes de la cabeza el jueves, se quedaba a nueve tras la primera ronda y ahora está a seis… Y a cuatro de Schauffele. No parece una distancia insalvable en 36 hoyos. Por si acaso, no nos olvidemos tampoco de Cantlay (-12), que hoy se ha hartado de fallar putts de birdie. Quienes si parecen haberse quedado fuera de la ecuación son, entre otros, Cameron Smith (-6) y Matt Fitzpatrick (-8), dos de los cuatro ganadores de Grande del año, que hoy jugaban por encima del par. Al tren de Scheffler, Schauffele y Jon hay que subirse en marcha y viene muy rápido…
