Scottie Scheffler (-20) ha ganado el THE PLAYERS. Lo ha hecho viniendo desde atrás (vuelta final de 64 golpes), con un parcial de ocho menos en los últimos catorce hoyos, acortando las distancias con la cabeza de modo y manera inexorables, paso a paso, hoyo a hoyo, con un golf de altísimo nivel, afiladísimo y constante.
Vence, además, por segunda vez consecutiva, convirtiéndose en el primer jugador de la historia del torneo (se cumplía este año la quincuagésima edición) que defiende título con éxito. Y estamos hablando de una comparación en la distancia con los mejores jugadores del mundo del último medio siglo, comenzando por supuesto por Jack Nicklaus (1974, 1976 y 1978), que todavía en su plenitud de juego cantaba tres veces victoria, pero nunca de modo consecutivo. Y terminando por Tiger, claro, dos veces ganador (2001 y 2013).
El texano no deja de escribir páginas de oro de la historia del golf y tampoco deja de caminar con paso firme por la senda que lleva a la leyenda deportiva, aunque él lo haga a su manera, en sus tiempos, y todavía disten mucho sus logros de los obtenidos por otros grandes campeones.
Más allá del dato histórico concreto o del número de títulos, de los rankings y las estadísticas, lo que más sigue llamando la atención es la capacidad que tiene este jugador de repetir una y otra vez disparos que no andan muy lejos de la perfección, si es que la perfección existiera. En una ronda. Y en la siguiente. En un torneo. Y en el siguiente. En febrero. Y en marzo. Y en abril. Y en mayo…
Puede que todavía quede por ahí algún despistado sin mala intención que no termine de descubrir en Scheffler todas las hechuras de un Número Uno mundial poderoso e intimidante, allá cada cual con sus impresiones, pero si algo puede destacarse del texano es que esculpe su talla de mejor jugador del mundo en el campo, en el terreno de juego, casi cada vez que sale a competir. La gran verdad de su grandeza nos la cuenta golpe a golpe.
El test de hoy no era ninguna bagatela. Nunca lo podría ser en una cita de este calado y en la ronda decisiva. Pero la mejor prueba de ello es que hasta tres jugadores pateaban en el hoyo 72 con la opción de hacer birdie y salir a un desempate que podía haber sido antológico (Clark, Schauffele y Harman, ni más ni menos).
Es cierto que Xander Schauffele (-19), líder al inicio del día, flaqueaba en el último tercio de la vuelta (bogeys en los hoyos 14 y 15), justo cuando Scheffler más estrechaba el margen de maniobra. También lo es que Brian Harman (-19) no tenía su mejor día en los greenes (tampoco Clark o Schauffele); y que Clark no terminaba de hilar un tramo deslumbrante de juego, aunque se haya hartado de empalar hierros descomunales. Todo eso es cierto. Pero la solidez y determinación de estos jugadores, su capacidad para agarrarse al terreno y presentar batalla hasta el último suspiro, han quedado patentes y no conviene hacerlas de menos ante la exhibición del ganador. No sería justo: Scottie se mueve en otra dimensión, sobre todo cuando el putter rema en la misma dirección que el resto de su juego, lo que indudablemente ha ocurrido este domingo (el putt de par en el 7, desde unos dos metros y medio, para dar continuidad a la carga, se antoja ahora decisivo, a toro pasado. Igual que el par que sacaba adelante en el 17, pateando desde unos quince metros sembrados de desniveles y caídas).
Scheffler, por si se nos olvidaba algo, encadena también ocho rondas por debajo de los setenta golpes en el Stadium course del TPC Sawgrass, algo que nadie había conseguido jamás desde 1982, año en el que este torneo llegó a este campo para quedarse. En fin, datos, sólo datos. Quedémonos mejor con esto otro, que no atiende tanto a los números y sí al fondo del golfista ante el que nos encontramos: esta semana ha ganado y no ha dejado de jugar por debajo de los setenta golpes haciendo frente a unas molestias físicas en el cuello que hubieran arrasado con las posibilidades de la mayoría. Detrás de una apariencia sencilla y de una personalidad equilibrada bullen un espíritu competitivo feroz y un coraje indómito, por si no lo adornaran ya suficientes talentos.
La temporada 2024 de Grandes está a la vuelta de la esquina y en ningún lugar como en los majors se forjan y agrandan las leyendas. Scottie lo sabe y hasta es probable (aunque no te lo cuente en Tik Tok) que ya haya asumido que va siendo hora de ganar el segundo, porque es la única manera de ir luego a por el tercero… Todo a su debido tiempo.