Inicio Grandes Circuitos PGA Tour Sergio García: cielo, infierno y purgatorio
Se sitúa a dos golpes del líder, Lee Westwood, tras la segunda jornada del THE PLAYERS

Sergio García: cielo, infierno y purgatorio

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Sergio García, durante la segunda ronda del THE PLAYERS. (Photo by Mike Ehrmann/Getty Images)

Sergio García (-7) mantiene intactas sus opciones de triunfo en el THE PLAYERS después de firmar una tarjeta de 72 golpes en la segunda jornada que lo sitúa a dos del nuevo líder, el incombustible y circunspecto Lee Westwood (-9, hoy vuelta de 66), y a uno de Matt Fitzpatrick (-8), el terror de los greenes, e igualado con Chris Kirk (-7), que hoy firmaba el mejor resultado del día (65) y venía de la nada para plantarse en el centro de las operaciones. No será la última vez que ocurra esta semana, podemos estar seguros.

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Ahora iremos con el español, porque lo suyo este 12 de marzo de 2021 ha sido como para empezar a escribir, o a relatar, y no terminar nunca. Pero antes dejemos de nuevo anotado que Westwood está pegando como nunca desde el tee (o como siempre, según se mire) y que a día de hoy disfruta todavía más, como un niño, cuando diseña esos hierros plenos de puntería y con el control de la distancia marca de la casa, Lee Westwood Sociedad Limitada.

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¿Se le va a hacer largo el torneo? Pues lo ganará o no lo ganará, pero largo, lo que se dice largo, no se le va a hacer, pues marcha por el campo con más frescura, energía y soltura que nunca. Dice él que es porque a estas alturas de su carrera ya no le importa lo que ocurra en el campo de golf. Pues eso será. Aún no ha ganado en Ponte Vedra Beach y hasta resulta sorprendente, puesto que el Stadium course del TPC Sawgrass le cae como anillo al dedo. Puede que al fin ocurra esta vez.

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Vayamos con el de Borriol. La ronda de Sergio, después del homenaje que se daba el jueves, sobre todo en los greenes, ha sido algo así como un detallado paseo por el cielo, el infierno y el purgatorio. Un tren despendolado, ancha es Castilla, pero con parada y fonda en todas las estaciones.

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Sergio en el infierno. En la primera ronda el español mantenía la línea de buen juego de tee a green y además enchufaba hasta seis putts de tres o más metros de distancia, dos de ellos para eagle. Le hacía falta un homenaje a sí mismo de este calado con el putter en la mano y al fin pudo dárselo. Bravo. En la segunda ronda, sin embargo, sumaba 34 putts y encadenaba hasta cuatro tripateos, uno de ellos, el del hoyo 15, después de errar un putt que no tenía más de dos palmos.

Sergio en el cielo. Como quiera que es un genio, cuando de verdad estás convencido de que bajará los brazos, de que la vuelta viene emperrada, áspera y traicionera y que no lo va a aguantar, el tipo te sale por la tangente y se queda a diez centímetros (si es que no eran ocho) de embocar para albatros en el hoyo 11, pegando desde algo más de doscientos metros de la bandera. ¿Es o no es como estar en el cielo dejarse un eagle dado? Como remate, jugaba un hoyo 18 de un modo que está absoluta y rotundamente fuera de categoría y, aguanten la respiración, estaba a punto de embocarla desde la calle. Terminaría con un birdie de pura justicia cósmica y, según confesaba luego, especialmente orgulloso por la actitud mostrada. No era para menos.

Sergio en el purgatorio. Ay, esas dos bolas que habían ido al centro de la calle y que se encontraba en medio de sendas chuletas. Ay, esa corbata que negaba el birdie en el 5, después de tirar un putt largo digno de la vuelta del jueves. Ay, esa bola volando rumbo al green en península del 17, algo corta y escorando ligeramente hacia la derecha, con aterrizaje taquicárdico incluido después de picar revoltosa y amagar con irse al agua… Y ya puestos, y aunque nos repitamos: ay, esa bola que se quedaba parada a diez centímetros del hoyo (si es que no eran ocho) cuando ya se cantaba el albatros.

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Actitud, actitud y actitud. Sergio se ha comido hasta cuatro sapos, uno por tripateo, pero apenas ha mudado el gesto. Seguíamos viéndolo metido en faena, ni siquiera resignado. Tal postura vale por dos birdies y un eagle. Los torneos se ganan exprimiendo el jugo de los buenos momentos, como hizo en la primera ronda, pero sobre todo amarrándose fuerte al mástil cuando arrecia el temporal, como ha hecho hoy. Dicho de otro modo: es imposible pegar y templar el hierrazo del hoyo 11, el del albatros que no fue, si uno viene maldiciendo chuletas y tripateos.

Veremos qué nos tiene preparado el genio de Borriol para mañana. Bueno o menos bueno, seguro que es sorprendente. Quien no ha aprendido todavía a vibrar y a sufrir con Sergio García, no sabe lo que se pierde.

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