El primer día de Sergio García (+3) en el Arnold Palmer Invitational 2022 no fue precisamente para recordar. El golfista de Borriol no llegó a sentirse cómodo en ningún momento. La vuelta se le atravesó desde el principio y se ha puesto contra las cuerdas para pasar el corte. Ahora mismo se encuentra en +1, pero tiene lógica pensar que se puede ir a +2. En cualquier caso, el viernes toca jugar bajo par.
Sergio no ha estado fino desde el tee, tampoco ha brillado con los hierros y con el putt ha llegado a desesperarse. La realidad, siguiendo su vuelta en directo, daba la sensación de que hoy podía ser un día de un resultado muy alto para Sergio. ¿Por qué no ha sido así? ¿Por qué ha librado la escabechina? Es fácil… Por actitud.
Sergio no ha bajado los brazos en ningún momento. Es cierto que en algún gesto se le ha visto incluso con un cierto punto de resignación, especialmente en los greenes, pero una cosa es lo que pudiera parecer desde fuera y otra cosa lo que bullía dentro de esa cabeza.
El campeón del Masters de Augusta no ha dejado de buscar soluciones en toda la vuelta. Lo ha hecho sobre la marcha, cambiando el plan, rebuscando en el baúl de los recursos, tratando de encontrar ese pequeño clic que pudiera cambiar la dinámica de la vuelta. Ha tirado de garra y de vergüenza torera.
En el hoyo 1 se le escapaba una buena opción de par, en el 2 fallaba un putt de par de unos dos metros y medio tras un chip difícil que se escapó más de la cuenta y en el 4, primer par 5, cometía bogey tripateando desde seis metros. Cruel.
Ahí ha ‘improvisado’ el primer cambio. Ha decidido cambiar el grip tradicional por el pinza. Así, sobre la marcha. Escribimos ‘improvisado’ entre comillas porque realmente no es una improvisación, ni siquiera es la primera vez que lo hace en su carrera. Sergio realmente no tiene problemas en cambiar durante una ronda de grip y hoy buscaba un cambio de dinámica.
Ha pateado un poco mejor. Es cierto que se le ha escapado alguno corto como en el 7, doloroso, justo después del fallo de Jon Rahm, pero también ha metido alguno muy bueno de par en el 11 y de birdie en el 12, 16 y 17.
No sólo ha buscado soluciones en los greenes, algo que más o menos ha hecho otras veces en su carrera, también ha metido el bisturí a su juego largo durante la ronda. Después de fallar tres salidas consecutivas en los hoyos 8, 9 y 10, dos a la derecha y una a la izquierda, Sergio ha decidido sentar en el ‘banquillo’ al driver en el hoyo 11.
Ha salido con hierro, algo muy poco habitual para un jugador tan bueno con el palo más grande de la bolsa. No es un hoyo de hierro, ya que se ha dejado un segundo golpe de 175 metros. Cambió la estrategia porque el agua amenazaba por la izquierda y había que buscar soluciones. Venía de tres bogeys seguidos y un par luchado en el 10, después de un tirazo desde la hierba alta y un magnífico chip.
La elección del hierro en el 11 es un síntoma de lo incómodo que se ha sentido todo el día. Ha cazado nueve calles, pero la realidad es que se ha metido en más problemas de la cuenta con el rough de Bay Hill. De hecho, precisamente el no estar en la posición deseada desde el tee es lo que le ha hecho coger sólo nueve calles, una cifra que es sinónimo de sufrimiento a la vista de cómo está preparado este campo.
Es verdad que el bogey del hoyo 18, con la bola en el centro de la calle después de pegar un magnífico drive, ha sentado a cuerno quemado. Ni siquiera pensaba Sergio que su hierro había sido malo. Se ha producido un error de cálculo y eso duele aún más. Sea como fuere, con su actitud de no rendirse nunca, al menos se ha dejado una puerta más que abierta a pasar el corte y a firmar alguna ‘trastada’ en lo que queda de torneo.
Sergio tenía motivos para marcharse preocupado por su juego, pero orgulloso de su pelea.
