Riviera no está para bromas esta semana. Jóvenes y veteranos alucinan. Inexpertos e incautos, frente a expertos curtidos en mil batallas, que aseguran tener la sensación de estar jugando un US Open en pleno mes de febrero. «Los greenes se parecen cada vez más a los de un US Open. Se están poniendo más firmes y rápidos. Hay muchos hoyos en los que el par es un buen resultado». Habla uno de los reputados y no lo hace de oídas. Él sabe lo que dice porque lo ha vivido en sus carnes. Son palabras de Retief Goosen, líder en solitario del Northern Trust Open después de dos rondas y ganador de dos US Open.
El veterano sudafricano es el único de los seis líderes del jueves que ha conseguido mantenerse arriba. A paciencia no muchos le ganan. Hizo uno bajo par y ha tomado el mando con un total de seis bajo par. A un golpe están Ryan Moore, Graham DeLaet, autor de la vuelta del día (67 golpes) junto a Hunter Mahan, y Justin Thomas, el menos experto de todos. «Yo sólo he jugado un US Open, pero por lo que me cuentan, esto se parece mucho. Si no estás en calle lo pasas muy mal», asegura. La presencia arriba, a dos golpes del líder, de Ángel Cabrera, ganador del US Open en el infierno de Oakmont, es también indicativo de lo que se está produciendo esta semana.
Riviera es territorio hostil y Sergio García y Gonzalo Fernández Castaño han conseguido seguir adelante y escapar del fuego cruzado. Sergio fabricó este viernes una magnífica ronda de 69 golpes (hubo 17 tarjetas por debajo de 70 golpes) y se ha colocado muy arriba, a un impacto del top ten y a sólo cuatro de Goosen. El jugador de Borriol sacó adelante una espléndida producción de cinco birdies, un potosí en las condiciones de Riviera. Aprovechó los tres pares 5 para sacar ventaja y todo lo hizo sin andar especialmente fino desde el tee. Cogió poco más del 30 por ciento de las calles, pero estuvo muy certero con los hierros, con cerca del 70 por ciento de greenes cazados. El putter también se puso de su lado. García aspira a todo en unas condiciones donde se mueve como pez en el agua. «Siempre me gustó Riviera, pero así de duro, mucho más», asegura el español.
Fernández Castaño tiró de magia para meterse en el fin de semana. Justo cuando pareció que había levantado la bandera blanca, el madrileño acabó con dos birdies, en el 17 metiendo un muy buen putt de unos dos metros y en el 18, embocando un chip magnífico de más de diez metros desde el antegreen. El corte de Gonzalo tiene mucho valor porque Riviera lo castigó ayer con dureza. Empezó con bogey en el hoyo 1 pateando para birdie desde un metro, hizo bogeys en dos de los tres pares cinco y un bogey más en el hoyo 10, un par 4 corto que se está jugando como el más fácil esta semana. Es decir, en cada lugar donde, en teoría, podía sacar ventaja, recibió un varapalo. Sin embargo, consiguió levantarse cuando la cuenta ya iba por nueve con la casta que le caracteriza.
