En el hoyo 17, par 5, Tiger Woods (-2) embocaba un putt de birdie de siete metros, con una caída pronunciada de derecha a izquierda. Y sacaba el puño. Por primera vez en todo el día lo sacaba a pasear. A la vieja usanza. Quizá, hace tiempo, tal birdie le hubiera situado en la zona más caliente de la tabla, arriba, muy arriba; en esta ocasión sólo le valía para situarse justo por debajo del par. Poco o nada importa. A estas alturas, en sus actuales circunstancias, sabemos que luchará con el mismo coraje por el liderato que por pasar el corte. Siempre con el Augusta National (o el major que toque) en el horizonte.
Tiger no está para vestirse de corto y salir a hacer unos kilómetros de carrera continua a bajo ritmo. No hay más que verlo en el campo. Está cojo. Una vez superada la fascitis plantar, lo más probable es que no sienta dolor en ese pie derecho, al menos no hoy, en esta primera jornada del Genesis Invitational, así que más bien se trataría de una cojera preventiva: cargar lo menos posible y casi de modo instintivo la zona maltrecha para evitar precisamente que aparezca el dolor, lo que probablemente ocurrirá antes o después a lo largo y ancho de 72 hoyos. Tiger juega con un evidente hándicap, pero se las arregla para pegarle duro a la bola sin que su pie derecho pueda apoyarse fuerte y consistente en el suelo. Eso, con el driver. Y con los hierros… Ya sea desde un bunker, como en el hoyo 7, desde el rough o desde el fairway, sigue diseñando y ejecutando pequeñas obras maestras más pronto que tarde.
Hoy le ha dado la vuelta a su ronda de golf, como tantas veces hizo, en el tramo final. Los tres goles del cojo. Birdie en el 16, par 3, después de pegar un disparo fino y certero desde el tee, mucho más que el de sus ilustres compañeros de partido, Rory McIlroy (-4) y Justin Thomas (-3). El citado birdie en el 17 y uno de postre en el 18, después de pegar una salida de casi 320 yardas y dejarse luego un putt de unos dos metros, que embocaría con decisión.
Puede que a la hora de la verdad, no nos engañemos, su condición física y el simple hecho de llevar siete meses sin competir le impidan llegar más lejos, ponerse en una situación interesante de cara al domingo. Pero su final de vuelta, esos tres birdies para remontar y alejar la línea del corte y, sobre todo, el puño ese que sacaba en el 17, compensan la larga espera. Ahora, hoy, a muchos sólo nos da para cruzar los dedos y desear fervientemente que este viernes pase el corte. Vayamos paso a paso. Lo emocionante es que quizá, sólo quizá, el Tigre en realidad se haya ido al hotel pensando que sólo está a cinco golpes de los líderes…
