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Tiger entra en una espiral demoledora

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La desazón que asomaba bajo la gorra de Tiger Woods (+10) durante las jornadas previas al inicio del US Open ha confirmado por desgracia su razón de ser. No se veía en este campo. No se hacía con los mandos. Lo del californiano en Chambers Bay durante la primera jornada del US Open ha sido un auténtico vía crucis de golf, de la primera a la última estación, comenzando con bogey en el 1 y terminando de igual manera en el 18. En realidad, el partido que ha compartido junto a Oosthuizen (+7) y Fowler (+11) resultaba un completo despropósito. Con algún destello, faltaría más, como el conato de albatros de Rickie en el 12. Todo un primor su disparo desde el tee en este par 4 corto.

Tiger: sólo un 43 por ciento de las calles y apenas la mitad de los greenes en regulación en un día en el que la media del torneo en estos apartados ha estado muy por encima. Quiere decirse que el campo estaba fiero, pero no imposible (25 jugadores terminaban por debajo del par y la media de golpes del día era de 72, 718, alta en un par 70, pero no esperpéntica). Con este juego largo no te las puedes apañar bien en ningún lado. Además sumaba 36 putts…

El resultado no podía ser otro que el peor de su carrera en un US Open. Un 80 que llega inmediatamente después del 85 en el Memorial. Vaya espiral peligrosa la suya. Tampoco el californiano encontraba en caliente una explicación. «Lo estoy intentando todo lo fuerte que puedo, pero por alguna razón no encuentro la consistencia que me gustaría».

Como suele ocurrir tras una primera ronda, nada sabemos todavía del futuro ganador, pero sí de algunos que no van a ganar. Tiger, por ejemplo. No es el caso de Rory McIlroy (+2), que no ha brillado, pero tampoco está tan lejos. El norirlandés se estrellaba en unos greenes que han recibido algunas críticas de los profesionales, especialmente de Sergio García a través de las redes sociales. De ambos debe esperarse una reacción el viernes. Uno por vergüenza torera, aunque no le va a ser fácil hacer de tripas, corazón. Otro, todavía en la lucha por meterse en la pomada.

Todos tenían razón en el debate abierto acerca de a qué tipo de jugador beneficiaba este recorrido. Quienes aseguraban que los pegadores disfrutarían de una jugosa ventaja no se equivocaban y ahí están los líderes para confirmarlo (Stenson y Dustin Johnson, tarjetas de 65 golpes). Tampoco tiene mucho misterio este asunto: los grandes pegadores siempre tienen ventaja cuando la ponen en calle, ni más ni menos. Quienes aseguraban por otra parte que arriba podrían estar jugadores que no destaquen por su potencia desde el tee, tampoco andaban mal encaminados: Monty (-1), Jiménez (-1), Molinari (-2) o el amateur Brian Campbell (-3), que arrojaba una media de distancia desde el tee de las más bajas al final del día, se salieron con la suya. Al final, claro, hay muchas maneras de llegar al hoyo y de arrancarle un golpe aquí y allá al campo.

Chambers Bay ha sido todo lo duro que podía esperarse, pero tampoco un infierno. Hasta tres hoyos se han jugado al final del día por debajo del par (8, 12 y 18) y, en efecto, había ahí fuera opciones de birdie más o menos razonables. Todos los líderes, también como casi siempre, han enchufado en los greenes seguramente más de la cuenta y desde considerables distancias, así que tampoco estarán imposibles los greenes…