Sam Burns y Cameron Young van a jugar esta misma tarde (noche en España) la final del WGC Dell Technologies Match Play, después de dejar en la cuneta en unas apasionantes semifinales a Scottie Scheffler y Rory McIlroy. Ambos duelos han tenido que dilucidarse más allá del hoyo 18, pues hasta ese punto llegaban empatados. Burns y Scheffler aún tuvieron que disputar tres hoyos más, mientras que Young daba cuenta de McIlroy en el primer hoyo de desempate (ambos partidos salieron a jugar el hoyo 12, par 5, después de acabar en el 18, así que Burns cantaba victoria en el 14).
No es que sorprenda demasiado el resultado de las semifinales, porque el match play tiene estas cosas y porque Burns y Young son dos excelentes jugadores, pero su logro no deja de ser un sorpasso en toda regla, pues los Números 1 y 3 del mundo (en realidad, Rory ya jugaba el partido como Número 2 oficioso) eran los indiscutibles favoritos. No sólo por su posición en los rankings, ni por su ilustre nombre y sus recientes o legendarios éxitos, sino también por su fino y eficiente desempeño esta misma semana.
Las semifinales han estado a la altura de un torneo excelso, sobre todo en su fase de cruces. Emoción, alternativas y excelencia. Se despide este campeonato del mundo match play y, en general, se despiden los World Golf Championships con un hecho insólito en la historia de este torneo, que de alguna manera pone de manifiesto los quilates de la cita: nunca las dos semifinales habían terminado empatadas en el hoyo 18, con la obligatoria necesidad de seguir jugando.
El duelo entre Rory y Young ha sido muy parejo y algo más lineal, con el norirlandés al mando de las operaciones la mayor parte del tiempo. Así, se subían al tee del 16 con dos arriba a favor de Rory, pero el joven estadounidense, que no tiembla ante nada ni nadie, hacía dos excelentes birdies en los hoyos 16 y 18 para salir a jugar el primer hoyo a muerte súbita. La resolución del partido, con un nuevo birdie, nos muestra de nuevo la inmensa talla de este jugador, que después de fallar la salida al bunker (recordemos: hoyo 12, par 5), pegaba un tercer tiro a green magnífico y embocaba un putt de tres metritos, mientras que Rory fallaba el suyo, desde similar distancia.
Si alguien se ha quedado vacío después de la sesión matutina de semifinales, ese tiene que ser Sam Burns. En primer lugar, porque no es tan sencillo eso de salir a degüello en un duelo con tu mejor amigo (él y Scheffler se van juntos de vacaciones, y con eso está todo dicho). Y en segundo lugar, por el desarrollo mismo del duelo, que ha sido una pequeña y bella locura. Salía Burns como una apisonadora, encadenando birdie tras birdie y situándose tres arriba después de tres hoyos. Incluso, en el 4 disponía de una excelente oportunidad de ponerse cuatro arriba… A continuación, era Scheffler quien comenzaba a carburar de verdad, embocando putts asesinos, marca de la casa. La mejora del texano, unida a algunos errores del de Luisiana, le daban la vuelta a la situación en un abrir y cerrar de ojos, y en el hoyo 12 era Scheffler quien desperdiciaba una buena opción de ponerse tres arriba y dejar el partido más que encarrilado…
Desde ese punto y hasta el final, renacía un Burns atómico, capaz de sumar hasta seis birdies en los nueve siguientes que iban a disputarse, incluyendo los tres añadidos de desempate. Por el camino, no obstante, quedaba ese birdie de Scheffler en el 18 para prolongar la épica pelea. Curiosamente, el combate finalizaba del modo más inesperado, con regalos en bandeja del Número Uno del mundo. Primero fallaba un putt muy corto de birdie en el 13, segundo hoyo de la prolongación, que le hubiera dado el pase a semifinales, y acto seguido erraba también el segundo tiro en el 14, desde el fairway y a 130 metros de una bandera corta, volándose sorprendentemente el green.
Young busca su primera victoria en el PGA Tour, aunque parezca increíble, dados los méritos acumulados a estas alturas por este impresionante golfista, comenzando por aquel segundo puesto en el Open de 2022, en St. Andrews. Y Burns persigue su primer gran espaldarazo (él si ha ganado ya cuatro veces), ese éxito de campanillas que de verdad lo sitúe en una nueva dimensión. Por delante de ellos, en la última sesión de juego, veremos cuánto da de sí la lucha por el tercer y cuarto puesto, con los dos monstruos lamiéndose todavía las heridas. En cualquier caso, todo un partidazo que amplifica el eco de esta sonada y maravillosa despedida.
