Inicio WGC WGC Dell Technologies Match Play Rahm camina sobre las aguas (y el alambre) para meterse en octavos
El golfista de Barrika derrota a Palmer en el hoyo 20 tras una batalla sin cuartel

Rahm camina sobre las aguas (y el alambre) para meterse en octavos

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Jon Rahm. (© Golffile | Eoin Clarke)

Jon Rahm ha ganado a Ryan Palmer en el segundo hoyo de desempate y se ha clasificado para los octavos de final del WGC Dell Technologies Match Play. Allí se verá las caras este sábado con Erik Van Rooyen. El eficiente golfista sudafricano ha derrotado a Daniel Berger también en el playoff. Es la segunda vez que Rahm llega a los octavos de este torneo. La otra vez se plantó en la final contra Dustin Johnson.

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El duelo entre Jon y Palmer ha sido a cara de perro. Se han repartido aciertos, errores, drivazos, tirazos desde la calle, alguna que otra recuperación de vértigo, putts espectaculares y también un par de regalos que siempre son bienvenidos. Ha sido una preciosa batalla sin cuartel. Tan igualado ha estado que ninguno de los dos ha llegado a tener nunca más de un hoyo de ventaja, han firmado los mismos birdies (cinco) y no han sido pocos los momentos en los que han calcado sus salidas. Un duelo divertidísimo, extenuante y de los que hacen afición.

Ha sido un toma y daca constante, de esos en los que se pierden algunos años de vida. Empezó mandando Jon en el 1, replicó Palmer en el 3, volvió a responder Jon en el 4 con un tirazo y de nuevo devolvió el golpe Palmer en el 5. Ahí se dieron una tregua de cuatro hoyos, la única del día y volvieron a la gresca en el 10. Ganó el hoyo Palmer, se lo devolvió Jon en el 12 con un putt espléndido de cuatro metros y llegaron dos momentos decisivos.

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Rahm regala el hoyo 13 con tres putts después de pegar un golpe sublime a green. El mejor del día en este hoyo, que hoy se jugó muy difícil con el viento en contra. Fue un varapalo importante. Acto seguido, el golfista de Barrika, uno abajo, manda su bola al agua. El panorama se pone muy negro con apenas cinco hoyos por delante. La situación apestaba a dos abajo para el español. Al límite.

No parece mal asunto que Jon se reconcilie del todo con su putter…

En ese momento, Palmer le devuelve el obsequio del hoyo anterior, con todo a favor tras el chapuzón de Rahm, el texano se mete en un lío tras otro y acaban empatando el hoyo con doble bogey. A Jon le sabe a gloria y, de pronto, con esa habilidad tan especial que él tiene, se transforma, cierra todas las compuertas, aumenta la concentración a límites extraterrestres, como si caminara sobre las aguas, y comienza a jugar un golf de salón. Hace birdie al 15 y al 16 y le da la vuelta al partido. A partir de ahí tiene una oportunidad detrás de otra de ganar el duelo. La tiene en el 17 y se le escapa el putt, en el 18, y se le vuelve a escapar, en el 1 también tira un putt enorme para ganar, pero no entra… Hasta el 2. Ahí se acabaron las concesiones. Otro salidón espectacular, gran segundo tiro y putt perfecto para ganar la batalla. Palmer tuvo que enseñar la bandera blanca. Jon le obligó. El partido ha sido un canto al match play, una maravilla para los espectadores.

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Quizá la mejor noticia de todas es que sin desplegar su mejor golf, salvo en momentos muy puntuales, Rahm ha ganado los tres puntos que estaban en juego, dos y medio si le quitamos el desempate con Palmer, y está sabiendo sufrir. Ningún triunfo ha sido fácil, por lo que no es descabellado pensar que a poco que las piezas cuadren se puede ver una versión aún más poderosa del jugador vizcaíno. Bueno sería porque seguramente le va a hacer falta para ganar el torneo, el único objetivo que le vale a Jon cada vez que se sube al tee del 1. Por cierto, Jon ha sido el único capaz de salvar el honor al top 10 mundial… y al top 20.

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