El pasado 13 de febrero a las dos de la tarde Scottie Scheffler no había ganado ningún torneo del PGA Tour y jamás en su vida había pisado el top ten mundial. Hoy acaba de ganar su tercer torneo, su primer WGC y se ha colocado como Número 1 del mundo. Han pasado 42 días. Algunos no somos capaces en 42 días de aprendernos un camino de quince minutos con el coche sin seguir las instrucciones del GPS. Este chico sabe aprovechar el tiempo.
Scheffler ha ganado el WGC Dell Technologies Match Play y se ha colocado como Número 1 del mundo. Ha superado a Jon Rahm. Se convierte en el sexto más joven de la historia en lograrlo y el que más rápido lo consigue desde su primer triunfo en un gran circuito. El siguiente en esta peculiar lista es Tiger Woods. Tardó 252 días. Scheffler ya puede presumir de estar por delante de Tiger en algún ranking. No hay muchos que puedan hacerlo.
Scheffler ha laminado a Kevin Kisner en la final. Ha ganado por 4 y 3 dominando el partido de principio a fin. Laminar a Kevin Kisner en un partido de match play es algo que está al alcance sólo de unos pocos elegidos. Scottie apuntaba maneras de elegido desde hace tiempo, antes incluso de ganar nada, antes incluso de jugar la Ryder Cup. Hoy, por si había algún despistado que aún no le había cogido la matrícula, lo ha confirmado.
Scheffler es uno de los grandes y a día de hoy no se le adivina el techo. Es el justo Número 1 porque no hay nadie mejor que él en estos momentos en el golf mundial. Lo era de facto y ahora lo es con el título. Veremos cómo lo digiere, aunque viendo cómo digirió su estreno en la Ryder Cup o su primera victoria en el PGA Tour, la verdad es que da miedito. Es muy bueno, está muy preparado y tiene un actitud extraordinaria. No se le atisban demasiadas flaquezas, más allá de que este vertiginoso ascenso a la cima le genere un exceso de confianza o relajación. Lo veremos.
Scheffler reventó a Kisner de inicio. Como hizo con Dustin Johnson. En el hoyo 6 de la final ya iba tres arriba con tres birdies y ningún fallo. No había respuesta del rey del match play. El éxito de Kisner pasaba por hacer más birdies o esperar un día tonto de Scheffler. No pasó ni lo uno ni lo otro. Sólo hizo un birdie en el partido, en el hoyo 1, y se lo empató Scheffler con otro.
Kisner va más corto que Scheffler, por lo que una buena parte de sus opciones pasaba por meterle presión con los tiros a green. Al pegar antes podía apretarle las tuercas. Pero no lo hizo. Salvo el tiro del 1, Kisner no pegó golpes definitivos y Scheffler fue pasando el rodillo. Cinco birdies sin bogeys en la final. Kisner no le ganó ni un solo hoyo. Implacable.
El único momento de duda de toda la final lo resolvió con una genialidad. Fue en el hoyo 12, con tres arriba en el marcador. Tenía un chip delicado al borde de green. Quizá por exceso de confianza o quizá porque realmente era complicado falló el golpe y la mando al búnker. La había movido apenas cuatro metros. Después, embocó desde la arena. Capítulo final. Si Kisner albergaba alguna esperanza, ahí se convenció de que no había nada que hacer.
Scheffler llegará como Número 1 del mundo al Masters de Augusta. Palabras mayores. Será interesante descubrir cómo lidia con una situación que es nueva para él. Le sobra formación, pero las emociones son traicioneras. Por lo pronto, ayer celebró con una naturalidad pasmosa su victoria, como si fuera el pan nuestro de cada día. Quizá, en el fondo, es porque a día de hoy lo es… Tercer triunfo en 42 días.
En el partido por el tercer y cuarto puesto Corey Conners derrotó por 3 y 1 a Dustin Johnson. Una vez más volvió a ganar el jugador que tenía más motivación. Un clásico.
