Sólo hay una cosa que le gusta más a Jon Rahm que escalar una montaña a la que nadie llegó jamás, y es escalar una montaña a la que sólo llegó Severiano Ballesteros. Esta semana tiene las dos zanahorias por delante. Puede conseguir algo que nunca se conoció en España y cosechar otra que sólo ha estado al alcance de Seve. ¿Creen que el de Barrika necesita una dosis extra de motivación en el Club de Golf Chapultepec? Definitivamente, no.
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En cuanto a la primera parte de la ecuación, es decir, lograr algo único en el golf español, se trata de conquistar un World Golf Championship. México acoge el número 74 de la historia sin que de momento la Armada haya tocado la gloria. Nada puede motivar más a Rahm que ser el primero de los nuestros en inscribir su nombre.
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Respecto a la segunda parte de la ecuación, hablamos de ser Número Uno del mundo, algo que sólo ha conseguido Seve en España. No hace falta que recordemos la emoción especial que sintió el de Barrika hace menos de cuatro meses en el DP World Tour Championship cuando se impuso en el torneo y, de paso, conquistó la Race to Dubai. Fue un logro mayúsculo, aunque de lejos, lo que más ilusión le hacía era poner su nombre junto al de Seve.
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Ahora también quiere hacerlo en lo que respecta al ranking mundial. «Pocas cosas hay más gratificantes que poder decir que eres el Número Uno en algo. Claro que quiero serlo y me haría mucha ilusión. Todavía más si tenemos en cuenta que sólo Seve lo hizo en España. Todo lo que sea estar junto a él es algo único», asegura.
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Para encaramarse al Número Uno del mundo todo pasa por ganar en el Club de Golf Chapultepec. Necesita vencer en México y que Rory McIlroy termine quinto empatado con otros dos jugadores o peor. El asunto no será nada fácil. Por un lado porque ganar esta semana junto a una buena parte de los mejores del mundo no es sencillo, y por otro porque Rory lleva cinco torneos consecutivos que no se baja del top 5. Así, que se den las dos premisas se antoja complicado, aunque a Jon, precisamente lo que más le gusta en el mundo son estos retos que parecen imposibles.
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Su mirada, su presencia, su estado de ánimo y su seguridad recuerdan muchísimo a aquel Jon de la Final de Dubai. Entonces, sin pestañear, aseguraba a cámara que si lo único que le valía para llevarse la Race to Dubai era ganar el torneo, pues nada, a ganar se ha dicho. Y ganó. Vaya si ganó…
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En esta ocasión, como entonces, tampoco hace cuentas. Sólo hay una que le funciona en la cabeza: ganar, ganar y volver a ganar, como decía Luis Aragonés. «No he venido a México para ser Número Uno del mundo, sino para ganar un torneo. Es para lo que juego cada semana y es en lo único que pienso. El Número Uno será una consecuencia, pero lo primero es levantar el trofeo», afirma con una contundencia pasmosa. Y si no lo consigue, no pasa nada. «Firmó estar todo el año cada semana con opciones de ser Número Uno del mundo con un buen resultado, eso significaría que estoy haciendo las cosas bien».
