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UNA RONDA DE TEQUILA | LA CONTRACRÓNICA

Rahm, el partido redondo y la maza cubierta de seda

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– No hace ni nueve meses que Jon Rahm se hizo profesional y ya está metido en el penúltimo partido del domingo de un campeonato del mundo, el primero que disputa, para más señas. Sus compañeros de juego no hacen otra que cosa que dar mayor relieve al momento y al escenario. Uno es Lee Westwood, el jugador que más campeonatos del mundo ha disputado desde que arrancaran en 1999 y que, no obstante, se encuentra en su misma tesitura, la de sumar el primer triunfo en un WGC. El otro es Phil Mickelson, probablemente uno de los jugadores que el joven vasco hubiera escogido a dedo para la ocasión si le hubieran dejado elegir. Puestos a fantasear, puede verse este partido desde una perspectiva simbólica, la de la cesión de un testigo. El cuento nos queda precioso, pero tampoco olvidamos que la realidad muchas veces arrolla a la ficción…

No hace falta señalar que las opciones de Rahm, partiendo a tres golpes del líder, el iluminado Thomas, están seriamente limitadas, en vista además del rango del resto de candidatos, con los números 1 y 3 del mundo en la pelea (Dustin Johnson y Rory McIlroy) y una docena de jugadores de la última Ryder, por ejemplo, metida en el top-20 de la clasificación. Pero lo curioso del caso, si se nos permite este arranque de euforia controlada, es que da la sensación de que al joven vasco le queda una marcha por meter, que aún no ha sacado todo el rendimiento a su repertorio (por ejemplo, en los pares 5 los dos primeros días, de donde salió con un acumulado de PAR).

– En las primeras jornadas Rahm ha sido el que más y mejor ha limitado los daños en un campo astifino como es el del Club de Golf Chapultepec. Tan solo se ha anotado cuatro bogeys. Thomas ha sumado nueve, Johnson seis y un doble bogey, McIlroy seis, los mismos que Mickelson, Westwood nueve… Así que no nos quedemos sólo con la versión del jugador exuberante y agresivo, que es la primera que se nos viene a todos a la cabeza cuando nos referimos al de Barrika. En los últimos tiempos, con el asesoramiento impagable de su reputado caddie, Adam Hayes, Jon le está sacando más punta a la estrategia y mide con mayor precisión las situaciones de riesgo-recompensa. Es una maza, pero también está aprendiendo a cubrirla de seda cuando hace falta.

– Como suele decirse en estos casos, la gran ventaja que tiene Sergio García en la jornada dominical es que la situación no da lugar a titubeo alguno: el plan sólo puede ser salir a reventar el recorrido mexicano. Pensar que un 62 ó 63 es posible. Algo nos dice a todos que, en su actual momento, tiene guardado en la bolsa un registro mucho mejor que el 68 que ha firmado el jueves y el sábado… No tiene nada que perder ni le aprieta la ansiedad por ganar, pues lo ha hecho recientemente, así que blanco y en botella…


Rafa Cabrera Bello, en Chapultepec. © Golffile | Ken Murray

– Rafa Cabrera Bello merece una gran ronda final en México porque el golf y sus duendes están siendo demasiado cicateros con su juego en los últimos tiempos (sobre todo este pasado viernes). Son rachas que tocan pasar, qué duda cabe. El canario, de todos modos, siempre ha tenido la capacidad de hacer la lectura positiva de cada situación y esta vez no va a ser menos.

– Rory McIlroy no daba crédito. ¿Cómo era posible que Phil Mickelson, habiendo jugado como había jugado, firmara una tarjeta de 68 golpes, dos mejor que la suya? «Si yo hubiera jugado como él lo ha hecho hoy habría estado más cerca del 78 que del 68», explicaba el norirlandés, que no es precisamente un don nadie. «Pero eso es lo que tiene Phil, que nunca se desanima», sentenciaba.


Rory McIlroy y Phil Mickelson, ayer en el hoyo 17 de Chapultepec. © Golffile | Ken Murray

Ciertamente, sólo Mickelson puede gestionar un tramo como el que vivió y sufrió entre los hoyos 10 y 14 con un parcial de uno arriba. Lo normal, sin exagerar, después de haber enviado dos bolas al desastre y de no oler siquiera las calles y los greenes, podría haber sido firmar un parcial de seis arriba en ese tramo, tranquilamente. Aliado con el reglamento, es cierto, para sacar de la chistera dos situaciones de dropaje sin penalidad de donde no parecía que hubiese ninguna opción. Pero ya se sabe que los jugadores que acostumbran a visitar todas las esquinas del campo, controlan las reglas mejor que nadie. Anduvo en el límite, forzando las situaciones, amparado por el sistema de riego del Club de Golf Chapultepec, pero ahí había un señor árbitro para dar o no dar el visto bueno a las maniobras del californiano… Y lo dió. Nada que objetar. Phil vendió bien la moto, pero las reglas le daban pie a hacerlo. Hasta se avergonzó ligeramente de tanto estirar el chicle, pero no estaba para hacer concesiones.

Después, además, hay que ser capaz de pasar página inmediatamente y rehacerse para firmar tres birdies consecutivos, como él hizo. A eso se refiere McIlroy cuando dice que nunca se desanima: encaja como nadie incrustado en las cuerdas, sin irse a la lona, y luego aún te saca tres directos a la mandíbula…