Hace un año, Brooks Koepka (-12) abandonaba el Augusta National, tras fallar el corte, rendido, frustrado y pegándole golpes (al menos dos puñetazos) al coche en el que se marchaba, tal y como ha reconocido hoy. Una confesión realizada desde la serenidad y la dicha, que llegaba inmediatamente después de firmar un 67 inmaculado en el coloso de Georgia que ha disparado todavía más sus opciones. Vaya contraste.
Como quiera que Koepka había salido a jugar muy pronto, tres horas antes de una primera ‘mini suspensión’ por tormenta eléctrica (los jugadores sólo estuvieron fuera del campo 21 minutos) él ya estaba a verlas venir, puede que incluso frotándose las manos, porque se le está quedado un escenario pintiparado para la consecución de su quinto Grande, con cuatro golpes de ventaja sobre su inmediato perseguidor, el sorprendente amateur Sam Bennett (-8), y ya veremos con cuánto margen sobre Jon Rahm y el resto de perseguidores. Todo va a depender mucho, es evidente, de las condiciones de juego en el resto de la jornada y también de si debe suspenderse de nuevo la acción, puesto que las previsiones de mañana siguen siendo más bien infernales. Dicho de otro modo: cuantos más hoyos de la segunda ronda tuvieran que jugar manaña Jon y compañía, mucho mejor para el poderoso líder. Al menos, a priori.
Si su decidido asalto a la chaqueta verde termina de la mejor manera, mucho se va a acordar Brooks de los primeros cuatro hoyos que ha jugado esta mañana. Salía de ese tramo con un parcial de una menos que bien podía haber sido de dos más. Así, tranquilamente. Y es que salvaba muy buenos pares en los hoyos 1, 3 y 4, embocando putts desde distancias muy delicadas, que rondaban y hasta superaban los tres metros; y además también enchufaba un putt de birdie en el 2 que ni mucho menos estaba dado (tenía unos dos metros y medio). Esos dos o tres golpes pueden marcar seriamente la diferencia, como de hecho ya lo están haciendo.
Y mientras el de Florida levitaba e iba armando y mejorando su juego según transcurría la ronda (ha hecho cinco menos en los pares 5), Scottie Scheffler (-1) lo iba pasando mal. Cada vez peor, perdido en el universo paralelo de los greenes del Augusta National. Es curioso, muy curioso: desde bien pronto, además, se le veían gestos de verdadera frustración, que luego iban trocando casi en desesperación. Curioso y, sobre todo, sorprendente, viniendo de un tipo como él. El caso es que no es muy osado afirmar ahora mismo que el texano se ha quedado sin opciones de revalidad el título después de entregar un 75. Está demasiado lejos.
Nos hemos quedado con la curiosidad de saber lo que le ha podido pasar a Scheffler para mostrar tanta desesperación desde tan pronto, ya que el Número Uno del mundo no ha comparecido ante los medios después de su vuelta. Seguramente, otra muestra más de la frustración que le acompañaba hoy.
E Íbamos de sorpresa en sorpresa, una vez que Rory Mcllroy (+5) entregaba un terrible 77. El Augusta National se la ha vuelto a jugar, esta vez sin darle siquiera emoción al asunto. Llegaba con el driver y el putter afilado, era su año… No hay manera. Y el caso es que hoy ha estado notable desde el tee, pero sus hierros no hacían más que traicionarlo. Y tampoco el juego corto le sacaba de demasiados apuros. Cuando no es una cosa, es otra.
Por lo demás, anotemos la buena situación de Collin Morikawa (-6), Sam Burns y Jordan Spieth (-5), con la segunda vuelta acabada. Y hasta la de Jason Day (-5), aunque el australiano salía del campo más escocido que otra cosa. Por momentos él era el puente que unía a Koepka con el resto del mundo, llegando a un interesante acumulado de -9, pero cerraba la ronda con una tremebunda serie de doble bogey en el 15 y bogeys en los hoyos 16 y 18.
A LIV Golf no le va nada mal este viernes santo. Koepka sigue portando el estandarte con autoridad insultante y, además, Phil Mickelson (-4) y Joaquín Niemann (-4) se han colocado en su retaguardia, por aquello de tener preparado un buen plan B si las cosas se torcieran por arriba.
