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The Wire, los viacrucis y la temida turra de Greg Norman

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Brooks Koepka
Brooks Koepka mira la caída en un green en la segunda ronda del Masters. © The Masters

Vaya por delante la disculpa por perderme la mayor parte del segundo turno del Masters. Tenemos procesión en el pueblo y luego viacrucis. Como me apunten una falta, me desheredan y, lo que es peor, cualquier sabe si el Todopoderoso me lo tendrá en cuenta en el futuro. Hay que cumplir. Hemos aparcado este Viernes Santo el atracón cárnico (aquí me agarro a la bula que otorga la estancia en una localidad choricera) y nos hemos metido entre pecho y espalda un platazo de garbanzos con bacalao, poco recomendable para salir a jugar en Augusta.

Por tanto, toca disfrutar de la mañana golfística y nos topamos (no con la Iglesia, Dios me libre) con un avasallador Brooks Koepka. Obviando, que quizás sea mucho obviar, que es uno de los buques insignia de LIV Golf (que me disculpe Sergio García por meter palitos en candela sólo con nombrar el circuito saudí), debo decir que el estadounidense me cae bastante bien. La simpatía viene por mi interés por el Challenge Tour aquellos años en los que el floridiano se salió en la segunda división del Circuito Europeo (ganó un torneo en 2012 y tres en mes y medio en 2013) antes de volver a casa. También porque confundía frecuentemente su apellido, de origen polaco o puede que alemán, con Sobotka, el estupendo personaje de la segunda temporada de The Wire que ejerce de líder sindical de los estibadores del puerto de Baltimore (he aquí un guiño a David Durán y su clasiquísimo gorrito). Me desagradaba, eso sí, que mascara tabaco. Ni que estuviéramos en el Lejano Oeste, oiga.

Tras las imponentes huellas de Koepka

Sus cuatro títulos en cuatro majors entre 2017 y 2019 son la mejor prueba de su fabulosa talla como jugador, aunque fuera un poco chulesco pasando de los torneos regulares y centrándose en los Grandes. Encima al buen hombre lo han machacado las lesiones, sobre todo la maldita rodilla, sufriendo un viacrucis, un calvario absoluto, para recuperarse de sus problemas físicos. Total, viene de ganar en Orlando de LIV (con la venia) y ahora abandera en Georgia a los soldados del circuito rebelde. Va a por todas y peleará por el triunfo contra viento y marea. Dicho esto y tras tanta alabanza, prefiero que quede segundo o tercero o séptimo. No sólo porque voy con Jon Rahm, sino por la turra que puede dar Greg Norman (con perdón de nuevo) como se lleve Koepka la chaqueta verde. De momento, a ver quién es el guapo que le echa el guante: -12.

Antes de acicalarme para las citas cofrades, y de que empiece a jarrear agua en el sagrado recorrido de Georgia, entonemos un sonoro hurra por José María Olazábal, que cerró su 32ª presencia en el Masters. El vasco se va algo disgustado con otra tarjeta de 77 golpes porque su juego no fluye, pero que le quiten lo bailao y ya otea su trigésima tercera participación en Augusta para arañar un añito más el récord de Gary Player, que disputó 52 Torneos de Maestros en su carrera. Empieza Rahm la vuelta. Todas mis plegarias van por él…

Nota. La Gaceta no nos lee y tampoco ha publicado hoy información del Masters. Menos mal que mañana no hay prensa escrita en los quioscos. Sin acritud, colegas.

Resultados en vivo del Masters de Augusta 2023