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El análisis de Sergio García después de firmar una de las mejores vueltas de su vida en Augusta

Ese preciso instante en el que sabes que todo va a salir bien

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Hay momentos que pueden cambiar una vuelta de golf. Para bien y para mal. Momentos muy pequeños, a veces casi imperceptibles. Puede ser un guiño, un putt, un buen bote, un golpe de suerte en un búnker, o contra una grada. También puede ser un buen swing en el momento justo, una mirada de apoyo desde fuera de las cuerdas, un chiste del caddie, un buen recuerdo…

Estos momentos pueden dar en cualquier instante y marcan el resto de la jornada. Sergio García (-4) tuvo uno de esos nada más empezar su vuelta. Fueron dos hechos puntuales que se sucedieron de manera casi consecutiva. Lo primero fue el birdie del hoyo 1. Impresionante. Para quitarse el sombrero. Sergio se cobró la pieza más fiera del Augusta National y para eso tuvo que tirar tres tiros perfectos.

El drive fue magnífico, pero con el viento en contra y el frío de la mañana apenas se quedó a 240 metros del tee. Quedaba aún un largo camino a green. Hierrazo perfecto, bajito para regatear al viento, y opción de birdie de cuatro metros. Putt impecable. A la cazuela. Birdie de bandera a un hoyo que se estaba jugando en ese instante con una media de 4,70 golpes, lo más difícil que se tiene registrado en el hoyo 1 de Augusta en los últimos 70 años.

Ese birdie es un subidón, una declaración de intenciones, un gesto de que las cosas pueden ir bien. Acto seguido, de camino al tee del hoyo 2, mientras pasa entre las cuerdas recibiendo el aliento del público, un espectador se hace sitio como puede y le grita: «vamos, campeón» en perfecto español. Al mismo tiempo, otro aficionado apostilla: «radio macuto».

No son dos espectadores cualquiera. Son dos buenos amigos de Sergio. El primero es un señor Balón de Oro. Un campeón de Europa. Detrás de unas gafas de sol y una gorra negra se esconde Luis Figo. El portugués se ha cruzado el mundo para quedarse el fin de semana con Sergio y apoyarlo en su camino por conquistar el Masters de Augusta.

El otro grito de aliento proviene de José Andrés, uno de los chefs más reputados del mundo. Él no se ha cruzado el Atlántico porque vive en Washington, pero vive el golf con la misma pasión con la que cada día se mete en la cocina, ya sea para agasajar a sus clientes o a sus amigos. Es el rey del buen rollo. Transmite energía positiva a cada paso que da.

Esos segundos que pasan entre que Sergio hace el birdie y escucha a Figo y José Andrés es uno de esos momentos que cambian una vuelta. García se sube al tee del hoyo 2 sabiendo que todo va a salir bien. Ni el viento y la ferocidad de Augusta van a estropear una gran jornada de golf.

Sergio ha firmado una de las mejores vueltas de su historia en el Masters. Ha hecho 69 golpes en unas condiciones de juego muy complicadas y se ha metido de lleno en la pelea por la Chaqueta Verde. Cierto es que aún queda mucho camino por delante, pero también es cierto que a mitad del viaje está situado de manera inmejorable.

Hoy ha hecho siete birdies, nada menos, y ha desplegado un juego en fábula. Ni siquiera los bogeys, que también han caído, le han hecho dar un paso atrás. «Y ahora hay que seguir», aseguraba nada más terminar su vuelta.

Aquí os dejamos su análisis completo de la segunda jornada en el Masters de Augusta…