Inicio Masters de Augusta Masters de Augusta 2021 Matsuyama ‘buscó’ el consejo de Seve antes de ganar el Masters
La historia que une la victoria de Hideki Matsuyama con el genio de Pedreña

Matsuyama ‘buscó’ el consejo de Seve antes de ganar el Masters

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Hideki Matsuyama camina junto a su caddie Shota Hayafuji por el hoyo 13 este domingo. © The Masters

Sábado por la tarde en Augusta. Hideki Matsuyama acababa de terminar su gran obra. Parcial de seis menos en los últimos ocho hoyos, vuelta de 65 golpes y liderato sólido en el Masters con cuatro golpes de ventaja. Todo bien. O quizá no…

Matsuyama jamás se había visto en una situación parecida. Es más, ningún jugador japonés en toda la historia había hecho algo similar. No tenía, por tanto, referentes cercanos a los que preguntar, a los que pedir consejo o, simplemente, con los que compartir una charla e intercambiar sensaciones. Fue entonces cuando se le encendió una lucecita y pensó que igual Bob Turner le podía ayudar.

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Bob es su traductor. Pero antes fue el traductor de Seve Ballesteros cuando el cántabro viajó a Japón, donde era considerado un tótem. Matsuyama lo buscó el sábado por la tarde para preguntarle qué habría hecho Seve en una situación así, cómo habría pasado el sábado por la noche, en qué habría pensado, qué plan habría tenido el domingo antes de salir a jugar. Seve fue el primer europeo en ganar el Masters de Augusta. También fue el primer español en ganar un Grande. Ni que decir tiene que cambió la historia de la Ryder Cup y transformó el European Tour. Seve era el gran referente de Matsuyama. Nadie mejor que el cántabro para explicar lo que se siente cuando se hacen cosas únicas. Nadie le iba a explicar mejor que Ballesteros lo que supone llevar el peso de un país sobre sus hombros.

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«Busqué a Bob para preguntarle por Seve, por lo que habría hecho o cómo se habría preparado para la ronda final. Bob es un gran amigo mío y conocía muy bien a Seve», explicó Matsuyama después de su victoria. Sin embargo, por desgracia, no encontró a Turner y se quedó sin esa charla que esperaba que fuera balsámica.

Nunca sabremos si una conversación con su traductor sobre Severiano habría calmado a Hideki, pero la realidad es que salió hecho un manojo de nervios. «Me puse el despertador a las nueve y media de la mañana del domingo y por supuesto me desperté mucho antes y ya no me pude dormir. Llegué pronto al campo, hice un buen calentamiento, pegué muy buenos golpes en el campo de prácticas y me sentía perfectamente preparado para empezar la ronda de golf. Sin embargo, cuando llegué al tee del 1 se me vino el mundo encima. De pronto, la realidad me golpeó y me di cuenta de que era el líder del Masters de Augusta con cuatro golpes de ventaja a falta de una jornada. Me puse muy nervioso y no se me pasó en toda la jornada. Lo único que me dije fue: hazlo lo mejor que puedas en cada golpe. Curiosamente, mi mejor swing fue la salida del hoyo 18», explicó el japonés.

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Lo cierto es que Matsuyama no llegó al Masters precisamente con la idea de ganar el torneo. Al principio de la semana ni se le pasaba por la cabeza. En cierto modo, se puede decir que empezó a ganarlo el miércoles. Fue el día clave. «No lo he había hecho bien este año. No tenía un solo top 10 y en ningún torneo había conseguido ponerme con opciones de ganar. Tenía las expectativas muy bajas esta semana. Sin embargo, el miércoles, trabajando en el campo de prácticas, encontré algo en el swing que funcionó. Me empecé a encontrar muy a gusto y, de pronto, la confianza volvió», explicó. Una vez más la delgada línea del golf.

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Tímido, sencillo y humilde, Matsuyama sonríe cuando le preguntan por el recibimiento que le espera en Japón cuando llegue con la Chaqueta Verde, o si allí es una estrella de rock, o si cree que será el elegido para encender el pebetero de los Juegos Olímpicos. «No sé», responde a todo eso. Sí espera que su triunfo sirva para hacer aún más popular el golf y, sobre todo, para que los jóvenes jugadores japoneses, y los no tan jóvenes, se convenzan de que es posible, de que Japón puede ganar Grande. Eso sí, que nadie lo jubile. «Para ganar Grandes en los próximos años, entre otras cosas, tendrán que ganarme también a mí, ya que yo pienso seguir otro muchos años compitiendo», bromeó.

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Lo que está claro es que el próximo japonés que salga un domingo líder en un Grande ya sabrá con quién compartir los nervios y a quién pedir consejo para hacer más llevadera la tensa espera hasta el tee del 1.

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