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Matsuyama, su victoria en el Masters de Augusta y su legado

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Hideki Matsuyama es el último ganador del Masters de Augusta, celebrado de entre los días 8 y 11 de abril. El golfista japonés se ha llevado la chaqueta verde que distingue al ganador de uno de los torneos más prestigiosos del circuito al presentar una tarjeta de 278 golpes totales, 10 bajo el par del campo. Muy cerca del jugador nipón se quedó el estadounidense Will Zalatoris, que presentó una tarjeta final de -9 golpes. Jon Rahm finalizó la competición en quinta posición con 5 golpes bajo el par, siendo el español más destacado.

Matsuyama, que según las apuestas deportivas no era el máximo favorito, ha conseguido en su décima participación en Augusta uno de esos torneos que justifican toda una carrera. Hasta la fecha, su mejor actuación la había firmado en el año 2015, cuando pudo ser quinto en una edición en la que se acabó imponiendo Jordan Speith.

Por su parte, Zalatoris, de tan solo veinticuatro años de edad, se confirma como uno de los golfistas con más futuro de este deporte. Su segundo puesto es una declaración de intenciones al más alto nivel y, a partir de ahora, habrá que considerarlo seriamente y no perderlo de vista. Desde luego tiene unas magníficas condiciones para tener una más que destacada carrera en los campos de golf de todo el mundo.

Zalatoris se acercó mucho a Matsuyama en los últimos hoyos, pero solo una debacle del japonés habría permitido al joven texano arrebatarle el liderato. De hecho, sus hoyos finales han sido lo peor que ha mostrado el campeón asiático en el torneo y aun así no cayó del primer puesto. En la cuarta ronda, el japonés se dedicó a nadar y guardar la ropa: se trataba de conservar la renta; misión cumplida. Ahora bien, su desempeño en esa última ronda hace que muchos se planteen si la bajada en el rendimiento de Matsuyama se debió a si la presión por una inminente victoria afectó a su juego o a si solo fue producto del típico exceso de confianza de quien se sabe ganador.

Primer japonés que gana en Augusta

El triunfo de Matsuyama tiene una profundidad mucho mayor de lo que se podía esperar. Y es que se ha convertido en el primer golfista japonés que gana el Masters de Augusta; lo que puede suponer un punto de inflexión de este deporte en una potencia como es Japón.

Es muy habitual que los grandes éxitos deportivos sirvan en determinados países para enganchar a sus ciudadanos a seguir ciertos deportes: en España sucedió, por ejemplo, con la meteórica irrupción de Miguel Indurain, uno de los mejores ciclistas de la historia, o con Fernando Alonso, que consiguió que todo el país se pegara a los televisores y se familiarizase con términos como pit stop, grip o gap, gracias a sus dos victorias en el Mundial de Fórmula 1.

Pues bien, se espera que el título logrado por Matsuyama genere con el golf un efecto parecido en el país del sol naciente. Solo el tiempo dirá si finalmente se populariza en la isla nipona o no, pero, desde luego, que si el flamante ganador del Masters mantiene el nivel en los próximos torneos las probabilidades de que esto ocurra serán mucho mayores, lo que puede desembocar en la democratización definitiva del golf en Japón.

Los nuevos retos de Matsuyama

La última victoria de las quince que adornan el palmarés de Matsuyama fue el WGC Bridgestone Invitational, celebrado en el Firestone Country Club de Akron —la ciudad natal del baloncestista Lebron James—, en el estado norteño de Ohio. Allí, Hideki lució un juego espectacular, extremadamente consistente. De aquello hace ya cuatro años. Cuatro años en los que el japonés solo había dado alguna pincelada suelta de todo ese potencial que atesoraba en sus palos. Hasta ahora, que por fin ha podido mostrar al mundo la grandeza de su golf.

Matsuyama cumple a la perfección con el cliché japonés: es reservado y algo tímido; sin embargo, su golf refleja mucha más soltura y confianza de la que muestra en el trato público. Este resultado puede ser un acicate que le haga soltar el brazo mucho más y darle una nueva dimensión a su juego.

Es pronto para saber si este triunfo en el Masters de Augusta será la victoria más importante de este golfista, y más cuando ni siquiera ha cumplido la treintena. Lo que está claro es que la victoria pone a Matsuyama más en el candelero que nunca. Desde este momento su nombre aparecerá junto al de los grandes favoritos de todos los torneos. De él dependerá y de su arte el poder seguir encaramado entre los mejores golfistas del circuito. Tendrá que demostrar que no ha sido algo esporádico, que su sitio está entre los más grandes y que es el digno sucesor de otros ilustres jugadores japoneses como Torakichi Nakamura y Koichi Ono.