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Masters de Augusta 2022 | José María Olazábal

El disfrute de un niño y el legado de un padre

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José María Olazábal
José María Olazábal durante la ronda de prácticas en el Augusta National. © The Masters

José María Olazábal al fin se subía al tee del 1 del Augusta National unos minutos antes de las 11,27 de la mañana del 11 de abril de 1985. ¿Cuántas veces le habría dado vueltas a aquel momento concreto, desde que ganara a Colin Montgomerie la final del Open Amateur unos meses antes en el Formby Golf Club, diez kilómetros al norte de Liverpool? 

Pero por más que tratara de ponerse en situación durante las semanas previas, quizá desde que le llegara la anhelada invitación del Augusta National, había un factor con el que no podía contar de ninguna de las maneras. No sería hasta 1999, año de su segunda chaqueta verde, cuando el Augusta National organizó por primera vez las salidas en grupos de tres. Hasta entonces, los partidos del jueves y el viernes también eran de dos jugadores, como los del sábado y el domingo. Aquel 11 de abril de 1985, por tanto, sólo tenía a su lado a un compañero… Y era Arnold Palmer.

«Me acuerdo de muchas cosas, lo especial que fue el día, la gente que teníamos en el partido y que los dos jugamos fatal. Pero daba igual. Cada vez que llegaba a un green la ovación era extraordinaria y eso me impresionó. Sabíamos quién era Palmer, pero fue digno de presenciar y de ver», aseguraba Olazábal este miércoles a unas horas de pegar su primer golpe en Augusta y después de jugar una vuelta de prácticas del nueve hoyos, del 10 al 18, junto a Guido Migliozzi.

Efectivamente, ninguno de los dos hizo la vuelta de su vida. El Rey, cuatro veces ganador del torneo, firmaría un 83. Y el joven amateur español un 81, arrancando con bogeys en los hoyos 1, 3, 4, 5, 7 y 8 e incapaz de hacer el primer birdie en su primera ronda de golf en el coloso de Georgia. Ninguno de los dos tuvo su día, aunque las condiciones de juego no eran sencillas y sólo tres jugadores bajarían de 70 golpes aquella jornada. Uno fue Gary Hallberg (68), que atravesaba por el mejor momento de su carrera: acababa de ser cuarto en el THE PLAYERS diez días antes y terminaría sexto esa semana en Augusta; los otros dos fueron Payne Stewart (69) y Tom Watson (69).

No jugaron su mejor golf, pero la vuelta con Palmer ya le sirvió a Olazábal para sacar algunas conclusiones iniciales de cómo había que jugar ese campo. «Había golpes que yo no los veía y él sí, pero eso lo aprendes con el tiempo. Él atacaba a banderas sin tirar al trapo, utilizaba las cuestas y eso es lo que más me impresionó», recuerda.

Los nervios del debut, la imponente figura de Palmer a su lado… Seguramente, además, el Augusta National había cambiado en apenas unas horas y de alguna manera no era el mismo que había recorrido junto a Severiano Ballesteros en los días previos. El mago de Pedreña, que ya había ganado entonces sus dos Masters (1980 y 1983), ejerció de perfecto cicerone con el joven vasco, pero no hay nada como sufrir en carne propia los rigores de este campo para tomar buena nota.

Casi un cuarto de siglo después, en abril de 2009, el legado seguía abriéndose camino. “Jugué mi primera vuelta de prácticas en Augusta con Olazábal y Jiménez y cuando llegamos al hoyo 13, en la vaguadita del lado izquierdo del green, vi como Chema utilizaba el putter para aprochar hasta la bandera, mientras que yo, en la misma posición, utilicé el blaster y me salió muy bien. Me extrañó que él, siendo un consumado especialista en esos golpes, usara el putter y, algo crecidito, me burlé de él. Solamente me dijo: “ya veremos si eres capaz de hacerlo a partir del jueves”. Efectivamente, llega el jueves y en el hoyo 13 pego un drivazo y luego un hierro 8 a green y me voy un poco largo y a esa vaguadita por la izquierda… Al llegar allí, nada era lo mismo. A lo mejor sólo habían segado un milímetro más esa zona, pero el caso es que ya no sentías el mismo colchón por debajo para meter el blaster. Me acordé de Chema, pero me dije, nada, nada, lo hago como hice en la ronda de prácticas… Y me fui al agua, por supuesto”, recuerda Álvaro Quirós de su debut en el Masters.

Aquella tarjeta de 81 golpes de abril del 85 fue el primer revolcón que sufrió Olazábal en Augusta y no sería el último. No queda más remedio que rendirse de tanto en tanto al coloso. Sin embargo, su media de golpes en este campo sigue siendo más que notable, si tenemos en cuenta que tiene ya 56 años y, por tanto, hace ya unos cuantos que no lucha con las mismas armas que antaño: ha jugado ya 102 rondas de competición en el Augusta National y su media es de 72,90. No es un club cualquiera el de las cien vueltas o más en el Augusta National. Hasta la fecha, sólo 21 jugadores han llegado a esta cifra en la historia del torneo. La lista, por supuesto, es mareante:

1.Gary Player, 164
2.Jack Nicklaus, 163
3.Arnold Palmer, 150
4.Sam Snead, 146
5.Raymond Floyd, 144
6.Ben Crenshaw, 138
7.Tom Watson, 134
8.Billy Casper, 132
9.Fred Couples, 132
10.Bernhard Langer, 130
11.Tommy Aaron, 126
12.Doug Ford, 119
13.Craig Stadler, 118
14.Larry Mize, 116
15. Sandy Lyle, 114
16.Charles Coody, 112
17.Phil Mickelson, 110
18.Byron Nelson
19.Mark O’Meara, 106
20. José María Olazábal, 102
21. Gene Llttler, 100

Chema, además, cumplirá este año su participación número 33, aunque no ha sabido que iba a jugar hasta última hora. Unas persistentes molestias en el codo derecho lo tienen muy fastidiado y con dudas. «El año está siendo duro, con problemas en el codo y en la espalda. Tengo una tendinitis que se ha unido a una bursitis y duele. No he podido preparar el torneo como me hubiera gustado porque he estado parado un mes. Sólo he jugado un Pro Am de tres días en Portugal y la semana pasada estuve dando algunas bolas, pocas, para probarme. De todos modos, para pegarle a la bola no me duele. Tengo molestias según qué posiciones ponga, pero bueno lo achacaremos a la edad y a lidiar con eso. Me pusieron un par de inyecciones, una de corticoide, y bajó algo la inflamación, no del todo. Queda dolor, así que mucho hielo. No estaba seguro de jugar, pero probé, vi que no me dolía en exceso y me animé a venir», explica.

Olazábal por tanto llegará a esas 33 ediciones y ya sólo tendrá a 19 jugadores por delante con más participaciones a su espalda, comenzando por las inalcanzables 52 presencias de Gary Player, y se quedaría a sólo una de su admirado Gene Sarazen (34), a quien solía escuchar con la boca abierta en las cenas de campeones de los noventa.

¿Hasta dónde llegará Chema? Él, de momento, siempre ha respondido a esta cuestión de la misma manera: “el juego dictará hasta cuándo”. Dicho de otro modo: el de Hondarribia no parece muy dispuesto a jugar por jugar, sin sentir a fuego el reto de hacer una menos, si es posible. El año pasado, mucho ojo, pasó el corte, aunque este año no ha podido preparar la cita como suele hacerlo. Porque realmente la semana del Masters es la principal en el calendario del vasco y, aún podría decirse más: es una de las patas que sustentan con mayor firmeza su perseverancia en el golf de alta competición.

Olazábal no se ve repitiendo la hazaña del año pasado. «A mí este campo se me hace eterno, de corazón. Estoy pegando palos impresionantes, sobre todo con el campo húmedo. En el 1 pego madera 7, en el 4 pego madera 3 ó 5, según donde esté la bandera, en el 5 madera 3, en el 9 pego un hierro 4 ó 5, depende, en el 10 si no la meto en el tubo, madera 5 o madera 3, en el 11 pegando un drivazo tengo que pegar madera 3 y suma y sigue… ¿Pasar el corte? Qué coño… Ni opción», afirma con una sonrisa. Porque ni siquiera esto le impide saborear cada minuto en Augusta.

“Disfruta en el Augusta National como un niño”, asegura Gonzalo Fernández Castaño. “Es su lugar fetiche. Creo que él ha ido viendo con el paso del tiempo la auténtica barbaridad que hizo allí, ganar dos veces el Masters. Ahora es más consciente”, puntualiza el golfista madrileño, antes de anotar otra de las claves en la relación de Olazábal con el Augusta National: “yo tengo una teoría: cuando él llegó a Augusta por primera vez Seve lo llevó del brazo y lo apadrinó, así que él siente que tiene esa misma obligación y le encanta coger a los jóvenes y guiarles. Es impresionante el cariño, el amor, que pone cuando te cuenta cosas del campo, del torneo. Pero claro, es que él ama el golf, es su vida. Como ya he dicho, él disfruta en Augusta como un niño, pero te cuenta todo, te lo explica todo como haría un padre”. No se puede explicar mejor.

Olazábal, por cierto, pegará este jueves el primer golpe oficial del Masters de Augusta 2022. Se lo toma con humor, como siempre. «Lo importante no es ser el primero, sino pegarle bien».