Óle por el Masters de Augusta. Si lo escriben en un papel no les sale tan bonito. 54 hoyos después el recorrido de Georgia ha conseguido identificar a los mejores jugadores del mundo. Scottie Scheffler (-9) y Cameron Smith (-6). Ahí están, arriba del todo, y con una pinta tremenda de que entre ellos dos va a estar la Chaqueta Verde.
No siempre fue así en este sábado frío y ventoso del Masters. Díficil ‘moving day’ donde apenas nueve jugadores lograron ganar al campo y solo uno, Smith con una tarjeta de 68, bajó de 70 golpes.
Ha sido el Masters del compromiso, la paciencia y la aceptación. El viento a ráfagas ha castigado con dureza muchos tiros y ha socavado la confianza de los que han venido al torneo con las reservas justitas. No es de extrañar que los dos tipos con más fe en sí mismos en estos momentos en el golf mundial sean los que están arriba.
Durante un tercio de la ronda del sábado ha dado la sensación de que el asunto se había finiquitado. Concretamente, entre los hoyos 8 y 13 de Scheffler. En ese tramo ha llegado a tener hasta seis golpes de ventaja mostrando un poderío sensacional. Nadie conseguía arañarle golpes, más bien al contrario, Scottie iba metiendo metros de distancia a los rivales.
Sin embargo, el Masters es mucho Masters y los problemas aguardan pacientes en cada curva. A Scheffler le llegaron en el hoyo 14. Su segundo tiro no fue bueno. Tampoco malo, ojo, pero se quedó lo suficientemente corto como para que la bola no aguantara en green y volviera a la calle. Desde ahí no pudo hacer la recuperación.
Acto seguido, cometió un nuevo bogey en el 15 con tres putts. Doloroso y primer gesto de mínima crispación. Tampoco crean que se enfado o torció mucho el gesto, pero sí que apretó la mandíbula más de lo que suele ser habitual. De nuevo pegó un golpe discreto en el 16, pero fue capaz de hacer dos putts desde el valle…
Aquí ya el Masters de Scheffler se había metido en un lío. Al mismo tiempo Cameron Smith venía disparando a diestro y siniestro. Qué enorme capacidad de hacer birdies tiene el australiano. Qué barbaridad en los greenes. Desenfunda más rápido y mejor que nadie. Ha llegado a ponerse con -7 y cinco menos en el día, un resultado de otro planeta en las condiciones de hoy.
Un bogey de Smith contra todo pronóstico en el 16, después de fallar donde estaba prohibido, al búnker de la derecha, y fallar un putt corto (¡milagro!), ha frenado su cabalgada. Este tropiezo se unía a un birdie galáctico de Scheffler en el 17. Él no quería tirar ahí, ni mucho menos, pero son las dinámicas, la suerte, la iluminación… Scottie pretendía que esa bola terminara a unos cuatro o cinco metros a la derecha de la bandera, pero el viento se ha parado, le ha botado justo en el borde del búnker y se ha dejado un putt de metro y medio.
Esa ráfaga de aire aliada empujaba la puerta del Masters de nuevo para cerrarla, pero se volvía a abrir en el 18. Scheffler ha fallado de forma grosera su salida a la izquierda y ha tenido que dropar. Bola injugable. Su tercer tiro, eso sí, ha sido una oda a la confianza. Se la ha jugado. Tenía 250 yardas a la bandera… y ha ido a por ella desde la pinaza. Descomunal. Ha sido un tirazo y ha terminado salvando un bogey estratosférico.
Finalmente, serán tres golpes de ventaja para Scheffler respecto a Smith y cinco son Sungjae Im. También están bajo par Shane Lowry (-2), Charl Schwartzel (-2), Justin Thomas (-1) y Corey Conners (-1). Ojo con el ruido que puedan hacer por delante jugadores de gatillo fácil como Thomas.
En cualquier caso, parece muy difícil que el Masters no se decida entre los dos primeros. Si acaso el coreano Im aún podría tener alguna opción con una gran cabalgada. Los demás, muy difícil. Una vuelta de par de Scheffler, por ejemplo, obligaría a Thomas a hacer un 64. Es posible, pero muy difícil.
En principio, las condiciones de juego este domingo van a ser las más fáciles de la semana. Se aplaca el viento y sube la temperatura. Los greenes van a estar firmes y rápidos, pero lo normal es que se vean birdies. Apunta a domingo festivo, pero bajar de 66 se antoja muy complicado. Por cierto, no hay mejores invitados a una bacanal de birdies que Scheffler y Smith.
