Inicio Masters de Augusta Masters de Augusta 2023 El último Amen Corner de Jon, para ponerlo en las escuelas
El análisis de Jorge Campillo de la jornada final del Masters

El último Amen Corner de Jon, para ponerlo en las escuelas

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Jon Rahm en el Amen Corner del Augusta National durante la última ronda (hoyo12). © The Masters
Jon Rahm en el Amen Corner del Augusta National durante la última ronda (hoyo12). © The Masters

Puede que me falle la memoria, pero a bote pronto diría que en una larga jornada de treinta hoyos, en el Augusta National y jugándote la victoria en un major, Jon Rahm sólo se metió en un lío importante, y fue en el hoyo 72 del torneo, cuando realmente ya lo tenía ganado. Además, se podría añadir el fallo en la salida del 16 de la tercera ronda, que le costó un bogey, porque el otro bogey que hizo en esos treinta hoyos, el del 9 en la cuarta vuelta, fue injusto y vino después de un tirazo a green.

Poco más habría que añadir. Es lo que más me impresionó: su control de la situación, más allá del rendimiento de Koepka, que evidentemente no pudo mantener el altísimo nivel de las primeras vueltas.

Le doy mucha importancia y valor al putt que metía en el hoyo 1 de la cuarta vuelta. Empezar ahí con bogey y con Koepka haciendo el par después de su escapada desde el tee habría sido duro. También al putt del 3, el del primer birdie. Y al del 6.

Se ha hablado mucho de su segundo golpe en el 14 y es verdad que fue muy bueno, brillante. Pero yo me quedo sin dudarlo con el Amen Corner de Jon en la última ronda. De libro. Para ponerlo en las escuelas. Comenzando por el segundo tiro en el hoyo 11, donde pega un hierrazo justo al sitio donde tenía que ir y justo después del tiro de Koepka, que había salido en línea a bandera. Y la salida en el 12, al centro del green, justo como tenía que ser. Y, por supuesto, la salida del 13, con lo que a él le cuesta pegar un draw. Para mí, él ya estaba ganando el Masters con esos tres golpes.

Jon ha hablado de la posibilidad de conseguir el Grand Slam a lo largo de su carrera. Lo único que puedo decir al respecto es que, antes incluso de ganar este Masters, yo ya estaba convencido de que iba a ganar más Grandes que Seve, por lo menos seis. A partir de ahí, la cuestión es cuáles ganas y que coincida que al menos caiga uno de cada. Pero, mucho ojo, que es muy difícil: ahí está el caso de Rory, que lleva ya casi nueve años sin ganar un Grande y no sé cuántos tratando de completar el Grand Slam con un triunfo en el Masters.

He dejado para el final un asunto que sí me pareció algo bochornoso y que creo que debería cuidarse más, y no es otra cosa que el juego lento que vimos en la última ronda. Es verdad que en Augusta, con viento, todo se complica, y que te estás jugando mucho en cada golpe, pero de todos modos, yendo en partidos de dos jugadores, es inaceptable un tiempo de cinco horas. Eso hay que hacérselo mirar.