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El campeón de dos Masters de Augusta cuenta a Ten Golf lo que más le impresionó de Rahm

Lo que Olazábal, y sólo él, iba viendo de Rahm entre golpe y golpe…

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Jon Rahm y José María Olazábal
Jon Rahm recibe la felicitación de José María Olazábal nada más ganar el Masters de Augusta.

José María Olazábal ve mucho más allá que los demás. Es lo que tienen los grandes campeones. Y mucho más cuando se trata del Masters, su Masters, de Augusta, su Augusta. Por eso, mirar la última vuelta de Jon Rahm a través de sus ojos es un lujo, un aprendizaje, un masters acelerado de lo que hay que hacer para ganar una Chaqueta Verde.

Sí, claro, como a todos, a Olazábal le encantó el golpe del hoyo 14, le fascinó la recuperación en el 6 y hasta sacó un puño cuando Jon la puso en green en el 12, pero realmente lo que más impresionó a José Mari, campeón de dos Masters en 1994 y 1999, fue la actitud de Jon. En eso se fue fijando el de Fuenterrabía todo el tiempo. Miraba el golpe, pero cuando pedía silencio y que nadie le molestara es cuando el plano de televisión se acercaba y mostraba el rostro de Jon. Quería ver sus reacciones.

«Me ha impresionado. Ha mostrado un calma extraordinaria, una enorme serenidad, transmitía paz interior. Esto es lo más importante para ganar en Augusta. Aquí para ganar tienes que estar en paz. No hay otra. Es un campo muy complicado y exigente, siempre te está esperando. Te pone a prueba. Puede ocurrir de todo en cualquier momento, una racha de viento rara, un mal bote, una caída de green… y hay que estar muy sereno para no perder la compostura. Hoy Jon ha jugado con paz», explicaba Olazábal a Ten Golf.

Esa misma paz la encontró el propio Chema en 1994 y 1999. «Sin duda, esas dos semanas sentí ese algo especial que necesita este lugar, es como si fueras flotando, como si nada te afectase. Lo tuve yo y yo creo que también lo vimos con Sergio en 2017 y ahora con Jon. Es un estado vital diferente en el que nada te molesta, sólo estás centrado en lo tuyo y vas aceptando lo que ocurre», asegura.

Para lo que ya no hay respuesta es para la pregunta del millón. Muy bien, todos de acuerdo, para ganar el Masters se necesita paz interior, pero ¿y eso cómo se consigue?. «Ah, eso ni idea, yo no sé, ojalá tuviera la llave para activarla cuando hace falta. No lo sé, es algo que llega, se produce y lo notas esa semana», cuenta entre risas.

A Olazábal, por ejemplo, esa paz interior el domingo de su victoria en el Masters en 1994 le llegó sentado en un banco en el porche de la casa club de Augusta. Era temprano y estaban saliendo los primeros partidos del día.  «Tenía el estómago cerrado, no me entraba nada y no quería desayunar. Me senté con Sergio Gómez en el banco y estuvimos allí 45 minutos sin hablarnos. No cruzamos palabra. Lo único que estábamos haciendo era ver salir los partidos, uno detrás de otro, en silencio. En esos 45 minutos sólo hablé yo un instante. Fue cuando anunciaron que salía a jugar Tom Watson. Miré a Sergio y le dije: «esto es la hostia, acaban de anunciar a Tom Watson y nosotros vamos a salir en el último partido».

Olazábal recuerda que debemos disfrutar de Jon Rahm y de todo lo que puede dar al golf y al deporte español. «Todavía es joven, está compitiendo con una generación de grandes jugadores y ganar es difícil, pero tengo claro que ganará unos cuantos Majors más, no se va a quedar en dos», sentencia.

A Chema hay que escucharlo porque sabe de lo que habla. De hecho, ya se lo dijo a Jon el martes al acabar la ronda de prácticas. «Bueno Jon, a ver si salen las cosas esta semana porque lo tienes todo para ganar aquí». Y así fue. Porque Olazábal ve más allá que los demás.