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A Otaegui lo saludaban en Bethpage como si estuvieran viendo a un fantasma…

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Adrián Otaegui, este martes en Bethpage. © JMC
Adrián Otaegui, este martes en Bethpage. © JMC

Hace un frío que pela en Bethpage y comienza a llover con fuerza. Los jugadores se repliegan y buscan refugio en la casa club. Alguno se atreve a seguir dando bolas en el campo de prácticas, pero el campo se queda desierto. Las condiciones son infernales. Hablamos del lunes al mediodía. La mayoría piensa, bueno, aún quedan dos días más completos para practicar y no merece la pena salir a jugar de esta manera. La mayoría piensa así, pero no todos…

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Los voluntarios del PGA Championship se tienen que mantener en sus puestos. El tiempo es terrorífico, pero el campo está abierto y hay que seguir organizando el ‘tráfico’ entre jugadores y público. Pero claro, no hay mucho que organizar y el tiempo pasa muy lento… Por eso, cuando a lo lejos ven acercarse a un par de figuras bajo la manta de agua, una de ellas con la bolsa al hombro, los jalean como si estuvieran ante el nuevo campeón olímpico de maratón. Es casi una heroicidad.

El jugador era Adrián Otaegui. “La verdad es que estaba muy duro el día… Creo que nunca voy a jugar el campo tan difícil. Los voluntarios me veían y me abrazaban al pasar: “hombre, menos mal, qué alegría, hace más de dos horas que no vemos a nadie en el campo…”. Lo saludaban con admiración, alegría y estupefacción. Más o menos como si estuvieran viendo a un fantasma.

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Otaegui es recio y se precia de ello. Sólo jugó siete hoyos, pero no porque él no quisiera seguir. Simplemente, el campo se había vuelto impracticable. “Los greenes estaban encharcados y no merecía la pena”, señala. Su vuelta de prácticas del lunes fue una batalla campal. De los siete hoyos que jugó, cinco era pares 4 y en dos de ellos no fue capaz de llegar de dos a green a pesar de estar en calle. Dantesco.

Es cierto que Bethpage no se jugará en toda la semana tan difícil como le tocó ayer a Otaegui, pero eso no significa que vaya a ser fácil, ni mucho menos. Hoy estaba un poco más asequible, pero seguía terrorífico. El golfista de San Sebastián lo tiene claro. “En la mitad de los pares 4 de este campo voy a tener que pegar madera para llegar a green. Sabía que era largo y me lo había puesto muy negro, pero no me esperaba tanto, la verdad. Mi primera impresión ha sido dónde me he metido”, señalaba.

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Otaegui tenía muy claro lo que iba a hacer tras jugar este martes 18 hoyos. Se marchaba directo al campo de prácticas. Va a trabajar sobre todo en el drive, las maderas y el juego corto alrededor de green. “Va a tocar recuperar mucho y habrá que hacerlo bien para sostenerse. Creo que nunca he pegado tanta madera de segundo golpe…  Me tendría que remontar a cuando tenía doce años”, apuntaba con una sonrisa.