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Estadísticas y datos de los primeros 54 hoyos del PGA Championship 2020

Las cosas, muchas veces, son más sencillas de lo que parecen…

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Scottie Scheffler durante la tercera jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray
Scottie Scheffler. © Golffile | Ken Murray

Jon Rahm sólo ha embocado un putt de birdie desde una distancia de tres o metros o superior durante los primeros 54 hoyos de este PGA. ¿Saben cuántos ha enchufado Dustin Johnson, líder del torneo? Exactamente siete. Seis más que el español. No hace falta recordar que la diferencia que los separa en la clasificación es de seis golpes…

El análisis puede resultar demasiado simplón u oportunista. Hasta cierto punto lo es. De entrada, porque existen otros muchos elementos que definen o deciden al ganador de un torneo. Por ejemplo, la capacidad de evitar los grandes errores, los bogeys y dobles bogeys. O la capacidad de recuperar alrededor de green, directamente relacionada con lo anterior. O puede ocurrir también que un jugador, una semana concreta, no necesite embocar tanto desde más allá de tres metros porque está jugando de manual los pares 5 o, sencillamente, anda muy inspirado con los hierros y está además produciendo un elevado número de oportunidades desde distancias inferiores a los tres metros en los pares 3 y 4 (esto, la verdad, es casi una quimera a lo largo y ancho de 72 hoyos)…

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Pero desengañémonos. En Tengolf manejamos una idea (muy ‘de sensaciones’, es cierto) que no suele fallar y que nos atrevemos a plasmar en números concretos: el ganador de un torneo de alta competición, en el circuito que sea, al menos suele embocar de media entre 1,5 y 2 putts de birdie por vuelta desde distancias superiores a los tres metros (se incluyen, por supuesto, esos purazos desde ocho, diez doce, quince o más metros). O lo que es lo mismo, suele embocar al menos entre seis y ocho putts desde estas distancias en la suma de las cuatro rondas, y de ahí hacia arriba, incluyendo también en el paquete, por supuesto, esos bonus que siempre son los birdies que salen también embocando desde fuera de green. Para simplificar, sólo estamos hablando (y en este caso comprobando) de los putts de birdie convertidos, sin irnos a esos que también se embocan desde media y larga distancia para salvar pares o bogeys.

Las opciones de Jon se van más allá del (aburrido) sentido común

Quizá si ampliamos la comparación, tomando siempre como referencia a Jon Rahm, nos hagamos una idea mejor. El español tiene por delante en la clasificación de este PGA a veinte jugadores, pues bien, todos y cada uno de ellos han embocado más putts desde más allá de tres metros. La mayoría de ellos, muchos más, puesto que Jon sólo ha convertido uno. A partir de aquí, hay de todo en el abanico: desde las once opciones que ha convertido Scottie Scheffler, incluyendo una desde la arena, a las dos de Matthew Wolff o Xander Schauffele, jugadores que por otro lado sólo sacan a Jon una ventaja de dos golpes.

A continuación, establecemos la relación de los veinte jugadores que preceden a Jon en la tabla ahora mismo y, entre paréntesis, el número de ocasiones de birdie convertidas desde más allá de tres metros, añadiendo también las convertidas desde fuera del green.

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Dustin Johnson (7), Scheffler (11), Champ (6), Morikawa (8), Casey (5), Koepka (4), DeChambeau (8), Finau (4), Rose (5), Day (3), Berger (3), Fleetwood (5), Dahmen (6), Kim (6), Wolff (2), Schauffele (2), Haontog Li (7), Matsuyama (4), Wiesberger (8) y Lorenzo Vera (8).

Normalmente, y observando sólo los grandes números, hay un principio bastante fiable: los putts cortos convertidos, digamos que aquellos que van de los tres a los siete pies (de uno a dos metros, centímetro arriba o abajo), ya sean para salvar pares o hacer birdies, son los que mantienen al jugador en la pelea; a partir de aquí, la tormenta perfecta, aquella que de verdad te permite ganar torneos, sólo se produce cuando también se convierten varias oportunidades desde entre tres y siete metros de distancia (lo dicho, normalmente entre seis y ocho como mínimo a lo largo de las cuatro rondas).

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Harding Park, además, no concede demasiados respiros. Si quieres hacer una gran vuelta esta semana en el recorrido californiano es casi obligatorio enchufar dos, tres y hasta cinco puritos de más de tres metros en los 18 hoyos. A las pruebas hay que remitirse. De momento, en las tres primeras jornadas sólo se han visto ocho rondas de 65 o menos golpes (el mejor registro de la semana es 64 y sólo ha habido dos) y en seis de ellas hicieron falta al menos tres birdies convertidos desde más allá de tres metros (Scheffler, ayer, necesitó hasta cinco opciones convertidas para su 65 de ayer).

Algunas conclusiones a vuela pluma.

La primera y fundamental: por más que nos lo dicen y revelan las estadísticas, no terminamos de creernos que los profesionales de éxito en realidad no suelen dejar la bola tan cerca de la bandera como a veces pensamos (un ejemplo: Webb Simpson fue el mejor ayer en la media de proximidad al hoyo y ésta fue de más de siete metros). Así que, en efecto, estos jugones marcan la diferencia de verdad en los torneos enchufando puritos de unos tres o cuatro metros, puros de entre cinco y ocho, o auténticos purazos desde más allá. Salvo excepciones mayúsculas, a 72 hoyos no hay otro camino, no le den más vueltas. Todo ello, por supuesto, partiendo de una base obligatoria, que es la de convertir un altísimo porcentaje de putts cortos o muy cortos. Sin este fundamento, normalmente es estéril buscar o examinar en el siguiente nivel (que se lo cuenten, por ejemplo, a Sergio García en los últimos tiempos).

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Otra más: el juego de Jon Rahm ha sido lo suficientemente consistente de tee a green esta semana como para haber luchado por el triunfo el domingo con todas las de la ley. Sólo le han faltado, de hecho, al menos dos puritos más en 54 hoyos para salir en una posición no tan a la desesperada.

Y un último remate. Establecíamos un mínimo oficioso de entre seis y ocho oportunidades de birdie convertidas en 72 hoyos (entre 1,5 y 2 por vuelta de media), desde más allá de tres metros para de verdad darse por lo general una seria oportunidad de victoria… Pues bien, ¿saben cuántas convirtió Rahm en su última victoria, en el Memorial, un torneo que se disputó en condiciones muy similares a las de un Grande? Exactamente siete, incluyendo el chip antológico de birdie en el 16 del domingo, aunque luego la penalidad lo dejara en un bogey.

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Con algunos de los grandes números en la mano, las cosas son más sencillas de lo que parecen, incluso a sabiendas de que son una suma de grandes y pequeños detalles los que definen a los campeones cada semana.

NOTA: cuando se habla de una distancia mínima de tres metros, nos referimos exactamente a eso, a tres metros, cada cual con sus cien centímetros… Esto viene a cuento de que normalmente los cálculos espaciales que hace el común de los mortales tienden a reducir las distancias de un modo increíble, salvo en los casos de aquellos que utilizan a diario las medidas para su quehacer profesional. Y si no, hagan ahora mismo una prueba, no esperen más: saquen un metro y sencillamente marquen en el suelo lo  que de verdad son tres metros. ¿A qué es mucha más distancia de la que usted, estimado lector, calculaba a ojo de buen cubero?