Inicio PGA Championship PGA Championship 2020 Las opciones de Jon se van más allá del (aburrido) sentido común
Jon Rahm firma un notable 68 en la tercera jornada del PGA Championship

Las opciones de Jon se van más allá del (aburrido) sentido común

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Jon Rahm y su caddie Adam Hayes durante la tercera jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm y su caddie Adam Hayes durante la tercera jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray

Varias horas antes de que terminara la tercera jornada del PGA Championship, Jon Rahm ya sospechaba que se había quedado dos birdies corto en su intento por darse una opción razonable de victoria el domingo. Ahí ha quedado el intento de remontada y una vuelta bien llevada, ahí ha quedado un notable 68, pero necesitaba algo más en la jornada del movimiento para de verdad arrimarse e incluirse entre la nómina de candidatos a ganar el primer Grande del año a falta de 18 hoyos.

Jon había alcanzado el meridiano de la vuelta con todos los objetivos cumplidos. Esto es: había puesto en marcha la ronda bien pronto (birdie en el hoyo 1); había aprovechado el primer par 5 para acercarse un poco más; también había aprovechado el primer par 4 corto, el del hoyo 7, para hacer el tercer birdie y dejarse ver ya en los puestos de arriba; y había salvado los escollos que siempre son los hoyos 8 y 9, dos de los cocos de Harding Park

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La vuelta perfecta que marcaba para él la hoja de ruta del sábado incluía quizá un birdie más en el 10, par 5, y a ser posible otro en el 16, todo ello evitando los grandes errores… ¿Les suena el cuento de la lechera? Pues bien, tampoco anduvo tan lejos el español de cumplir paso a paso la citada hoja de ruta. En el 10 cazaba de dos el green, pero tenía un primer putt muy largo (unos 21 metros) y se le escapaba vivo el hoyo; y en el 16 también disfrutaba de una buena opción desde algo menos de tres metros, pero erraba al juzgar la caída, según él mismo confesaba después. Por el camino, además, le había caído un bogey en el 12.

A Jon se le ha visto muy bien desde el tee y, puestos a pedir, si acaso le ha faltado una pizca de chispa o inspiración con los segundos tiros. O bien con el putter en la mano, porque le sigue costando una barbaridad anotarse uno de esos bonus (un purazo de seis, siete u ocho metros, vaya) que tanta vida y alegría dan a una ronda de golf. Que se lo digan a DeChambeau, que enchufaba uno de casi 28 metros en el 18, transformando en birdie una situación que más bien olía a bogey, y se marchaba exultante de Harding Park…

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El objetivo de ganar este PGA parece poco menos que imposible para Jon Rahm. Digamos, en todo caso, que no es del todo imposible, como ocurre en los casos de Tiger, McIlroy o incluso Thomas. Para aquellos que son invenciblemente optimistas, hay un modo de ver la botella medio llena: Rahm partía el sábado a siete golpes de la cabeza, con treinta jugadores por delante, y ahora está a seis del líder y le preceden ‘sólo’ veinte.

Por desgracia, el sentido común aporta una visión sensiblemente distinta: de acuerdo, ha reducido la diferencia con la cabeza, pero no lo suficiente con sólo 18 hoyos por jugar, y además ahora el líder es Dustin Johnson. De acuerdo, ahora tiene menos candidatos por delante, pero siguen siendo una multitud que desborda talento, experiencia y calidad.

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Hagamos un supuesto que nos ayude a calibrar las escasas opciones que todavía maneja el de Barrika: si Jon fuera capaz de firmar mañana la mejor tarjeta del torneo, un 63, llegaría hasta -10… ¿Se puede ganar este torneo con ese resultado? Pues no hay que descartarlo, pero tampoco podría asegurarse al ciento por ciento.

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Jon sale mañana a jugar junto a Webb Simpson, a partir de las 20:50 (horario peninsular español), dos horas antes del partido estelar. No parece un mal compañero de aventuras. Necesitan, desde luego, unos primeros nueve hoyos deslumbrantes. El español, desde luego, ha ido de menos a más durante la semana y sí parece que tenga en la bolsa esa tarjeta realmente baja que, si no le sirve para ganar, al menos lo sitúe muy arriba en la tabla. El sentido común, que es un señor elegante, justo, bien parecido y un poco aburrido, dicta lo que dicta en esta ocasión, y así ha quedado dicho y escrito, pero es mucho más divertido ponerse a soñar…

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