Jon Rahm (+3) ha tenido que meter un putt de dos metros y diez centímetros en el hoyo 9 para asegurar su presencia el fin de semana en el PGA Championship. Ese putt resume la batalla que ha librado el golfista de Barrika para asegurarse dos rondas más en el Ocean Course de Kiawah Island. Ni el más preciado Nostradamus pudo haber augurado tanto sufrimiento cuando Jon salía del green del hoyo 16 (empezó por el 10). Su puesta en escena hoy ha sido de fábula, pero a partir del 17, con una bola al agua, el camino ha empezado a ponerse tenso y ha derivado en cortocircuito. Desde el hoyo 2, Rahm se ha dejado años de vida y se ha puesto alguna que otra cana. Vuelta de 75 golpes. Lo mejor, sin duda, el final feliz.
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Ha sido una vuelta extraña, difícil de analizar porque ha tenido dos partes muy diferenciadas. El inicio de Jon ha sido inmejorable. Conseguía justo lo que pedía ayer al acabar la ronda. Empezar con fuerza. Salió del hoyo 10 con el tiralíneas en la bolsa. Su driver ha arrancado mayestático. Ha cogido todas las calles hasta el hoyo 1, incluida, y ha pegado muy buenos golpes con los hierros. Ponía en marcha el contador con dos birdies de libro en los hoyos 10 y 11. Los jugó muy bien y, además, los remató con dos buenos putts. Todo iba rodado. Seguro y sólido desde el tee, preciso con los hierros y letal con el putt. Qué podía salir mal…
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Jugó sin mácula hasta el tee del hoyo 17. Seguramente nadie habrá jugado mucho mejor que Jon en ese tramo. No es una exageración. Cada golpe iba al sitio. En ese momento, era lícito pensar que igual estábamos ante el día de Rahm… Pero no iba a ser así. La ronda se empezó a desviar en el hoyo 17, con un golpe que no fue tan malo como para costarle tan caro. Acabó el agua, botando primero en el green. Buscó una bola cerrada, pero salió recta. Un metro más a la izquierda y habría estado seca, pero botó en el duro tapete de Kiawah y terminó en el lago. Muerto. Dropaje, tercer golpe, dos putts y doble bogey. Lo que en principio parecía un mero accidente, propio de un campo como el Ocean Course y de un Grande como el PGA iba a dejar más mella. De pronto, una vuelta que estaba bajo control, con Jon mirando al liderato, al que llegó a tener a un golpe, se torció. Llegó otro bogey en el hoyo 18 y aparecieron las dudas. Se ponía sobre par, con +1 en el total y, de pronto, así es el golf, se puso a girar el cuello hacia atrás. El corte estaba en +3 y no estaba nada claro que el +4 pudiera entrar. En un visto y no visto la tranquilidad y felicidad se convierte en inquietud.
Jon salva con oficio e inteligencia una vuelta que venía de nalgas…
Más aún invade esa sensación cuando Jon no las termina de tener todas consigo con su swing. Sí, es capaz de enlazar muchos hoyos pegando golpes extraordinarios, pero también pasa por momentos en las vueltas donde no pierde el oremus y la confianza se le va escapando poco a poco entre los dedos. Eso ha pasado hoy.
A partir del hoyo 2 no ha cogido una calle y han caído dos bogeys más en los hoyos 4 y 7. La línea de corte empezaba a verse como una amenaza muy real. En ese momento, no queda otra que sacar la garra y la verdad es que de eso Jon anda sobrado… Tras el bogey del 7, que ha venido provocado por una salida a la arena que se le ha quedado injugable, ha sabido jugar con temple el hoyo 8 y le ha tocado sufrir en el 9… Parece que el +4 entrará finalmente en el corte, incluso el +5 tiene sus opciones, pero en el momento de tirar el putt de dos metros y diez centímetros para acabar +3, esas matemáticas no estaban tan claras… Lo ha metido. Bajo máxima presión.
Un tripateo nubla a Sergio y lo sitúa al borde del abismo
Lo mejor de pasar el corte es que tendrá la oportunidad de crecer en una clasificación que realmente está muy apretada. Un vueltón le puede cambiar radicalmente su panorama en el torneo. La mala noticia, al menos de momento, es que su juego parece demasiado irregular para pensar en una vuelta tan poderosa. Sea como fuere, es Jon Rahm y si algo sabe es arreglárselas para encontrar la manera de hacer pocas. No seremos nosotros los locos que le perdamos la fe…
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Quien no ha podido pasar el corte ha sido Sergio García (+6). El golfista de Borriol lo ha intentado de todas las maneras posibles, lo ha peleado hasta el último aliento, ha puesto toneladas de buena actitud para conseguirlo, pero no ha podido ser. Ha firmado una vuelta de 73 golpes, que no es mala, pero se ha quedado corto. Hasta el +5 podría entrar finalmente y ha tenido un putt de siete metros y medio en el hoyo 9 para darse esa oportunidad. Pero no ha entrado. Hoy ha jugado mucho mejor que ayer y se ha fabricado un buen número de oportunidades de birdie. Sergio se ha dejado el corte en ese tramo fatídico entre los hoyos 13 y 16 de ayer, donde se hizo un parcial de +5. No lo ha podido levantar.
Primera penalidad por juego lento en un Grande desde 2013
Un birdie en el hoyo 5 le abría las puertas de soñar con el fin de semana, una gran birdie, por cierto, con un tirazo a la bandera, pero un bogey en el hoyo 7, en el que ha sufrido lo mismo que Jon, una bola que se le ha ido a la arena y se le ha quedado injugable, arruinaba las esperanzas. El golf, como cualquier otro deporte, son dinámicas y la de Sergio ahora en los Grandes es que la moneda siempre sale cruz. Su juego merece más, pero siempre le acaba pasando algo. En el Masters fueron los primeros hoyos y aquí ha sido ese citado tramo maldito. Es el sexto corte consecutivo que falla en el PGA y el undécimo en los últimos trece Grandes. No queda otra que bajar la cabeza y seguir trabajando porque la dinámica algún día cambiará.
