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El texano afronta su cuarto asalto al Grand Slam con una gran novedad

Muy seguro tiene que estar Jordan Spieth para hacer lo que ha hecho…

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Jordan Spieth. (Photo by Matthew Stockman/Getty Images)

Jordan Spieth afronta esta semana en Kiawah Island su cuarto asalto al Grand Slam, una ambrosía deportiva reservada en exclusiva a los dioses del golf. Sólo cinco jugadores en la historia han logrado ganar los cuatro Grandes: Gene Sarazen, Ben Hogan, Jack Nicklaus, Gary Player y Tiger Woods. Spieth quiere ser el sexto y el primero de todos los tiempos que lo paladea ganando el PGA Championship. Es la gran misión de su carrera desde que conquistara en 2017 el Open Championship en Royal Birkdale, su tercer Major tras el Masters de Augusta y el US Open de 2015.

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En este intento de Grand Slam hay dos diferencias muy importantes respecto a los tres anteriores. Es la vez que llega en mejor estado de forma. De lejos. Ni siquiera en 2018, año del primer asalto, aterrizó en Misuri con una secuencia de resultados tan buena. Más bien al contrario. En los ochos torneos anteriores había conseguido apenas un top ten. En 2019, comparando la misma secuencia, su mejor resultado en las ocho citas anteriores había sido un 21º. Y, por último, en 2020, de nuevo llegó con un mísero top ten en su mochila después del confinamiento.

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Este año no hay color. Si volvemos a analizar los ocho torneos anteriores al PGA, resulta que Spieth ha firmado seis top ten, cuatro top 4, una victoria y ha pasado todos los cortes. No es exagerado decir que el texano es uno de los golfistas más en forma del mundo en este 2021. Lo más reciente que ha hecho es ser noveno en el Byron Nelson, tercero en el Masters de Augusta y ganar el Valero Texas Open. Sensacional.

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Digamos que, respecto a sus tres intentos anteriores, esta es la diferencia que juega a su favor, la otra que les vamos a contar no se puede decir, de momento, que sea a favor o en contra, pero desde luego sí podríamos catalogarla de controvertida. Su cuarto intento de ganar el Grand Slam será con una bola distinta a los tres anteriores.

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Spieth venía jugando la misma bola desde 2017. Se trata del modelo ProV1x que Titleist lanzó al mercado aquel año. En cada temporada la marca norteamericana realiza una evolución, más o menos profunda, de ese producto, sin embargo Spieth se había mantenido fiel a la de 2017… hasta este año. Lo más curioso del asunto es que no decidió cambiar la bola aprovechando la pretemporada o con el inicio de 2021, sino que lo llevó a cabo la semana antes del AT&T Byron Nelson, es decir, como quien dice hace apenas 15 días. Spieth cambió la bola justo después de ganar el Valero Texas y ser tercero en el Masters de Augusta peleando por la victoria hasta el final.

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La decisión, como ven, es cuanto menos atrevida y pone de manifiesto que muy seguro tiene que estar el texano de lo que hace. Su explicación es rotunda: «con la nueva bola tengo más efecto, y a la vez más suave, alrededor de los greenes y con los hierros largos consigo más altura y menos efecto. Para mí es el equilibrio ideal y por eso no tuve dudas en comenzar a utilizarla». Se da el agravante, además, de que tras el Masters Spieth pasó el coronavirus y estuvo casi dos semanas sin tocar un palo, por lo que realmente no ha tenido mucho tiempo de probar su bola antes de jugar el Byron Nelson. Eso sí, en Texas acabó noveno, su primer top ten en este torneo. Para los supersticiosos tampoco parece un mal movimiento. Si los tres intentos anteriores de asaltar el Grand Slam fracasaron con la misma bola, quién sabe si esta versión de 2021 es la que lleva marcada la gloria.

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