No hubo risas hoy para Tiger Woods en Southern Hills. Su tercera jornada en el PGA Championship ha sido un auténtico suplicio. Ha sufrido lo que no está en los escritos y ha terminado firmando una tarjeta de 79 golpes para situarse con un total de +12. Ha caído al fondo de la clasificación, empatado con Sepp Straka, Maverick McNealy y Patton Kizzire.
A Tiger Woods le han traicionado hoy los elementos. El frío, la llovizna constante sobre el recorrido de Tulsa y el viento racheado y por momentos muy vivo lo han mandado a la lona. El cuerpo de Tiger está a día de hoy cogido con alfileres y estas condiciones son las peores que puede tener. No consigue moverse con la misma soltura que con calor y el swing se resiente una barbaridad.
Si a esto le unimos un campo bastante más largo, resulta que el cóctel final es demoledor para Tiger. Hoy la bola no rueda en las calles. Hasta en cuatro hoyos ha tenido que pegar de segundo desde más allá de 200 yardas (2, 7, 16 y 18). Además, en el 5, par 5 que hoy se juega con el viento en contra, ha pegado el segundo golpe a 376 yardas del hoyo.
Al infierno de los elementos, el frío, la lluvia y las dificultades para mover el swing con libertad, hay que unir que no ha tenido un buen día. Ha estado especialmente errático con los hierros y sólo ha podido conseguir un birdie en toda la ronda. Eso sí, ha sido un birdie para descubrirse, en el hoyo 15, justo para evitar hacer 80 golpes, que era hacia donde iba encaminada la vuelta. La lucha no se negocia. Después, ha sido capaz de terminar con tres pares, dos de ellos en el 16 y 18, que son dos auténticos ogros.
Los números no engañan. Tiger ha encadenado cinco bogeys consecutivos entre los hoyos 9 y 13. Es la primera vez que le ocurre algo así como profesional. Vean hasta dónde ha llegado el martirio. Woods lo ha pasado mal y se le ha visto ingerir varios medicamentos durante la vuelta. Había dolor y mucha incomodidad.
Pese al resultado, y precisamente por lo mal que lo ha pasado, no hay que dejar de valorar lo que Tiger aporta estando en el torneo, el esfuerzo que hace, la lección de sacrificio y superación que realiza. Es lo que tiene su grandeza. No sólo enseña cuando gana o pasa cortes, como sucedió ayer, sino también cuando firma un 79 con todo en contra como ha sucedido hoy.
Cuando terminó la ronda, Tiger no se sometió a las preguntas de los periodistas. Un empleado de la PGA de América habló con él y remitió la transcripción a los medios de comunicación. Hay que decir que esta decisión no la adoptó Woods, sino su equipo de trabajo, ya que cuando la PGA anunció que se haría de este modo, Tiger aún se encontraba jugando su vuelta.
En su rápida entrevista con la PGA, con sólo tres preguntas, Tiger no puso excusas. «Simplemente no he jugado bien. No le pegué a la pelota muy bien y no tuve el comienzo que necesitaba. Pensé que había dado un buen golpe de salida en el 2 y terminé en el agua. No tuve ningún tipo de impulso de mi lado. No pegué muchos tiros buenos y en consecuencia terminé con una puntuación bastante alta», explicó.
Eso sí, también admitió que ha terminado la vuelta muy fastidiado y no asegura su participación en la última jornada. A esa cuestión concreta respondió: «bueno, estoy dolorido. Es lo que hay. Haremos algo de trabajo y veremos cómo va».
Algo más de tres horas después, el PGA Championship comunicaba la retirada de Tiger Woods El último campeón del PGA en Southern Hills no saldrá a jugar el domingo. Una pena, aunque seguramente es lo más prudente pensando en el US Open y, sobre todo, en su gran objetivo: Open Championship.
