Pues el señor Tiger Woods (+3) lo ha vuelto a hacer. Segundo torneo que juega en 15 meses. Segundo torneo desde el gravísimo accidente de coche que sufrió en febrero de 2021. Segundo torneo con un tobillo maltrecho y cojeando. Segundo Grande. Segundo corte que pasa… Lo de Tiger Woods es algo excepcional. Lo que ha hecho en el Masters y en el PGA de 2022 no diríamos que tiene más valor que sus 15 victorias en Majors, pero desde luego está a la altura.
Es cierto que a Tiger le han beneficiado las condiciones. Finalmente, la realidad es que los que han jugado en su turno, mañana del jueves y tarde del viernes, han tenido mucha ventaja. Southern Hills esta tarde estaba de dulce. Sí, sigue siendo un campo difícil, pero de dulce. Es más, casi con toda seguridad no habría conseguido esta proeza jugando en el otro turno, pero esto da bastante igual. Lo ha conseguido, y en sus circunstancias es una hazaña. Ha hecho 69 golpes. Bajo par. Ahí queda eso.
Además, la vuelta no ha sido una balsa de aceite. Tiger sonreía a diestro y siniestro nada más acabar el día. Obviamente, había felicidad por el resultado concreto de estar el fin de semana, pero también había muchísima satisfacción por haber conseguido jugar mucho mejor. En cuanto el viento ha bajado, Woods ha sabido explotar su juego y ha sacado los birdies que necesitaba para darle la vuelta a la tortilla.
Como decimos, no ha sido un día fácil. De hecho, un doble bogey en el hoyo 11, después de fallar a la izquierda, salvar el agua de milagro y marcharse al búnker del lado contrario con el primer approach, lo colocaba con +5, justo fuera del corte. Tocaba remar y vaya si lo ha hecho. Consiguió dos birdies muy buenos en el 13 y en el 16 y solventó al difícil papeleta sin sufrir demasiado. Tiger estará el fin de semana y eso ya es una fiesta.
Woods está cumpliendo 89 Grandes disputados con este PGA Championship. Son ya 78 cortes superados. Es decir, más de un 86 por ciento. Números galácticos. De los últimos once sólo ha fallado tres.
Veremos cómo responde el pie derecho de Tiger a dos días más de competición. Él, mientras tanto, no podía ocultar su felicidad. Un desafío más conseguido. Sigue creciendo y alimentando sus propias expectativas. Su frase tras la ronda es lapidaria: «Hay una misión. La misión es tratar de ganar de alguna manera. Estamos empujando para conseguirlo. Sé que soy muy bueno rompiendo cosas (en referencia a su cuerpo y su salud), pero también soy muy bueno reparándolas», explicó. Tiger es feliz… y el mundo del golf, también.
