La voz de alarma saltó muy pronto, sobre el tee hoyo 3. La espalda de Pablo Larrazábal crujía y le anunciaba que le quedaba por delante un día duro, largo y terriblemente áspero. Las molestias que viene arrastrando desde el BMW International Open daban la cara en el peor momento. Justo al ejecutar el golpe de salida le pegó un pinchazo en la lumbar derecha y apenas pudo avanzar treinta metros. Bogey al 3 y bogey al 4. «Ahí se ha acabado mi Open. Seguí peleando, pero tan mermado era difícil y eso que no he jugado tan mal», aseguraba visiblemente contrariado por el hecho de que una lesión no le permita demostrar que su golf está en un buen momento.
En el hoyo 5 llamó a los fisios del Open para recibir tratamiento. Mejoró, pero la vuelta ya estaba cuesta arriba. «Imagínate, si te duele hasta cuando te agachas para clavar el tee o recoger la bola del hoyo…», señalaba el catalán de forma gráfica. Larrazábal resistió y acabó la ronda, incluso jugando bien de tee a green, pegando a la bola como lo ha venido haciendo en las últimas semanas, pero con problemas para patear. «Si no te puedes agachar ni para ver las caídas, es muy difícil meter alguna», se lamentaba.
Larrazábal no quiere usarlo como excusa, pero desde que se cayó al bajar de un tee en el Open de Escocia anda con la mosca detrás de la oreja. Con descanso y tratamiento nota mejoría, pero hoy ha estado mal desde casi antes de empezar a jugar.
Finalmente ha hecho 76 golpes, una ronda que lo deja en una situación muy delicada para pasar el corte. En cualquier caso, promete lucha. «Tendría que estar en una silla de ruedas para no jugar el Open», remata.
