A Shane Lowry (-7) le va a costar conciliar el sueño esta noche. Su desesperación era absoluta tras entregar una tarjeta de 69 golpes en la tercera jornada. El irlandés se vio metido en la pelea por la victoria con dos hoyos mágicos y de golpe y porrazo todo se fue al garete. No encontraba una explicación.
Lowry ha firmado hoy el gran momento de este Open Championship. Nadie ha hecho por ahora nada más grande, nada más espectacular. Ha encadenado dos eagles en los hoyos 9 y 10 embocando dos chips desde fuera de green. Pim, pam. En el 9 la ha metido desde 40 metros, con la bola situada en el rough, y en el 10 ha repetido la secuencia desde la calle a poco más de 40 metros del hoyo. Las gradas del 7 y del 11, repletas de público y estratégicamente las mejores para ver el golf en el Old Course, se venían abajo.
UNBELIEVABLE SCENES!
Back-to-back eagle twos for @ShaneLowryGolf 🦅#The150thOpen pic.twitter.com/WF28OPAbow
— The Open (@TheOpen) July 16, 2022
Estos fabulosos fogonazos metían a Lowry en la pelea por todo. Se colocaba con cinco menos en el día para un total de -9. Tenía la cabeza del torneo a tiro y ocho hoyos por delante. Situación idílica. «Esto es lo que buscas en un Grande, colocarte con opciones de victoria a falta de nueve hoyos el sábado. Es lo que había conseguido. Me había dado una oportunidad», explicaba al acabar su ronda.
Sin embargo, a partir del hoyo 12, y concretamente de un putt de birdie que se le fue la mano y acabó en bogey, todo se desmoronó. El análisis de Lowry es de todo menos complaciente. «Con haber hecho una menos en los últimos siete hoyos me habría dado una oportunidad de ganar el domingo y ahora no tengo nada que hacer. Es muy decepcionante. Hacía mucho tiempo que no estaba tan enfadado conmigo mismo», afirmó.
Tanto es así que el risueño Lowry, siempre afable, reconocía a los compañeros irlandeses que se le había pasado por la cabeza no acudir a la zona mixta para hablar con los periodistas. Sin embargo, ahí estuvo, dando la cara, respondiendo a las preguntas con normalidad y sin hacer dramas. Óle por el irlandés porque no siempre ocurre con todos los jugadores.
La gran frustración de Lowry está localizada. Se encuentra en los greenes. «No hay ser Einstein para saber lo que ha fallado hoy. No he metido un putt, no ha entrado nada. Me voy directo a trabajar al putting green para tratar de encontrar algo para mañana», señaló.
La autocrítica de Lowry ha llegado a ser cruel. «Cuando trabajas tanto para darte opciones de ganar Grandes en los último 18 y 27 hoyos y lo consigues y después lo tiras todo por la borda porque no rindes es para hacérselo mirar. Yo, desde luego, quiero saber qué ha pasado y ponerle una solución. Ahora mismo no tengo la respuesta. Me voy al putting green…». Y se fue…
