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Jon y Sergio, cada uno enredado en su tela de araña

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Jon Rahm durante la tercera jornada en St. Andrews. © Golffile | Eoin Clarke
Jon Rahm durante la tercera jornada en St. Andrews. © Golffile | Eoin Clarke

Jon Rahm (-5) y Sergio García (-3), cada cual enredado en su particular tela de araña, han sufrido una tercera jornada de Open ciertamente frustrante. Ambos necesitaban algo así como el mejor resultado del día para encarar la ronda dominical con opciones reales de victoria, pero el vasco entregaba un 71 y el castellonense un 72. Insuficiente.

Sergio había conseguido firmar el arranque soñado, con dos birdies en los primeros tres hoyos, pero inmediatamente veía frenada la inercia positiva con un doble bogey en el hoyo 5, par 5, desde el centro de la calle. “He pegado un gran segundo tiro, pero el bote de la bola, hacia la izquierda, se la ha llevado a un bunker, cuando de haber botado recta me hubiese dejado una opción de eagle de tres metros. Luego, en el bunker, lo he hecho yo todo mal”, explicaba el jugador.

Este episodio, con la puñetera aleación de desgracias azarosas y errores propios, no deja de ser un resumen concentrado del devenir competitivo de Sergio en los últimos tiempos. En los últimos años, puntualizaría él. No consigue salir de ese bucle negativo, entre otras cosas (aunque él no termine de creérselo) porque es incapaz de encontrar y alimentar en el campo de golf el lado positivo de las cosas y de las situaciones. Es como si lo malo (un bogey, un putt corto de birdie errado, un doble bogey…) siempre restara, y lo bueno, (un birdie, una recuperación fina, un buen disparo, un drive supersónico…) nunca sumara.

“No sé qué decir… Probablemente ha sido el día que mejor le he pegado y he hecho 72. Una pena. Es complicado cuando ves que vas pegando bien a la bola y las cosas no salen”, resumía el de Borriol. “A ver si mañana puedo pegarle bien de nuevo a la bola y llevarme al menos esas buenas sensaciones”, sentenciaba.

A Rahmbo, por su parte, quizá le oliera ya a chamusquina el putt corto de birdie que fallaba en el hoyo 1. Pero bueno, tenía toda la ronda por delante para tratar de reventar este genial Old Course de St.Andrews, que se está defendiendo como gato panza arriba, aunque la sombra de un resultado ganador en -20 o mejor cada vez sea más densa y alargada. “Se hace muy difícil cuando ves que de tee a green eres de los mejores, pero luego no metes nada en los greenes”, ha dicho el de Barrika nada más finalizar la ronda. Y tiene razón. Ni se engaña, ni trata de engañar a nadie. Salvo un buen putt de birdie en el 15, desde unos cuatro metros, lo cierto es que le ha faltado, igual que el jueves, brillantez en los greenes.

Jon ha cogido mucha pista desde el tee y 15 greenes en regulación, registros que confirman sus sensaciones. Pero también debería preguntarse por qué le han caído los tres bogeys de la vuelta precisamente cuando no ha cazado el green en regulación. No es nada sencillo convertir las recuperaciones desde los alrededores de los greenes del Old Course, que muchas veces te ponen en situaciones delicadas y traicioneras, pero tampoco son nuevas esta semana en su juego las dificultades que ha tenido para, en efecto, salvar este tipo de encrucijadas, que antes o después, incluso en jornadas imperiales de tee a green, van a darse.

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