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La confidencia de rafa, la agenda de rahm, porras, previsiones, la locura de los greenes: todo desde oakmont

Así andan las cosas en el US Open y estamos sólo a martes…

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– Cuenta Jack Nicklaus que los greenes de Oakmont te plantean delante de tus propias narices un enigma irresoluble: puede caer una tromba de agua y en apenas unos minutos los sientes prácticamente igual de firmes, muy duros, rápidos e indomables. El enigma ahora lo trasladamos nosotros al rough: esta mañana, caminando a las 7,30 por la hierba alta del Oakmont Country Club, ocurría que incluso en las zonas más umbrías, donde los rayos del sol todavía no habían llegado a penetrar, apenas se te mojaba el calzado con el rocío matutino. ¿Cómo es eso posible? Oakmont, el monstruo esponja.

– Los greenes, ay los greenes. No hace falta señalar que es la gran preocupación de todos y cada uno de los jugadores que ves en el campo. El del hoyo 2 es un prodigio de dificultad, recibiendo en una cuesta arriba permanente, grotesca por el flanco izquierdo (eso no es una pendiente, es la joroba de un camello gigante), hasta el punto que todo disparo que lleve algo de retroceso acabará casi impepinablemente fuera del green, por delante. Es más y sin exagerar: puedes pegar un putt no demasiado agresivo desde el fondo del green y acabar fuera. Ahí andaban Rafa Cabrera Bello y Jon Rahm esta mañana mirándose el uno al otro con gesto entre incrédulo y divertido…

– Porque el canario y el vasco están jugando juntos hoy, martes. Sergio García se les ha unido en el hoyo 10. Por cierto, el de Castellón anda algo tocado de salud. Nada preocupante, es sólo un molesto constipado.

– Repasemos la agenda de Rahm hasta este momento. El domingo jugó 18 hoyos con Rickie Fowler. Jason Dufner también los acompañó durante nueve hoyos. A Rahm le gastaron algo así como la novatada clásica. Se pusieron todos a probar el tiro desde el legendario Church Pews bunker del hoyo 3 y al joven amateur le hicieron rastrillar después la arena. «Y eso que es el que la ha dejado más cerca de bandera…», apuntaba Fowler. Ayer, lunes, el vasco jugó junto a Phil Mickelson, que anduvo muy pendiente de Jon, sobre todo para explicarle algunos de los secretos de los greenes. El californiano, por cierto, andaba preocupado pues algunos tiros desde el tee, más de la cuenta, le estaban saliendo rectos hacia la izquierda. Un push de libro detrás de otro…

– Rafa jugó ayer 18 hoyos y también se dio una pequeña paliza en el putting green junto a David Leadbetter. El canario le tiene un respeto mayúsculo a Oakmont, como no podía ser de otra manera, pero nos hace una interesante confidencia: aún le sigue pareciendo más difícil el Olympic Club de San Francisco, donde las pasó canutas en 2012. Digamos que allí las calles eran menos nobles; podías pegar un buen disparo desde el tee y acabar en el rough, mientras que Oakmont en ese sentido es más diáfano: lo que hay es lo que ves.

– A Emiliano Grillo se le veía feliz y satisfecho caminando por esos fairways junto a Ángel Cabrera. ¿Se le ocurre a alguien mayor inspiración que entrenarse con un compatriota doble ganador de major y último vencedor de un US Open en este recorrido?

– Por aquí, en la imponente sala de prensa, las clásicas porras de candidatos al triunfo recurren al perfil del gran pegador. Bueno, gran pegador y otras cosas. Los nombres de Jason Day y Dustin Johnson son los que más circulan. Hombre, no es un campo muy largo y, a pesar de la frondosidad y espesura del rough, muchos son los que piensan que mejor será pegar desde ochenta metros con un wedge en la mano, aunque sea desde fuera de la calle… Sobre todo, hay que pensar en positivo: si un gran pegador juega suelto y va recto, va a tener tiros muy cortos a green. A Cabrera no le fue mal así, pues en 2007 no cogió más que el 47 por ciento de las calles durante las cuatro rondas. Lo que hizo muy bien el argentino fue patear el jueves y el domingo, días en los que sólo sumó 28 putts, toda una hazaña en Oakmont y, asimismo, una muestra indirecta de lo bien que funcionó su juego corto.

– Una vez que han terminado de pelar de árboles la gran explanada donde se sitúa el campo, atravesado por la Pennsylvania Turnpike (autopista construida en 1951), nadie que estuviera aquí viendo a Ernie Els ganar en 1994 reconocería el lugar. Ni que decir tiene que nos gusta mucho más a día de hoy, entre otras cosas porque el campo es ahora casi idéntico a como era cuando se abrió en 1904. De eso se trataba cuando los rectores del club decidieron tomar la siempre polémica decisión de talar unos cuantos miles de árboles que se habían plantado sobre todo en los años cincuenta.