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La previa desde el corazón de una vuelta de prácticas en Oakmont

La trastienda de la Armada antes de pinchar en el hoyo 1 del US Open

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Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera Bello. © TenGolf
Jon Rahm, Sergio García y Rafa Cabrera Bello. © TenGolf

¿De qué sirve angustiarse ante lo inevitable? En un US Open siempre hay tiempo y margen para pasarlas canutas porque antes o después el campo y las circunstancias te llevarán hasta el mismo límite. Una sonrisa, por favor, mientras se pueda y el cuerpo y la mente aguanten…

Sergio García, Rafael Cabrera Bello y Jon Rahm, los tres españoles presentes en Oakmont para la 116ª edición del Abierto de los Estados Unidos, así lo han entendido, cada cual a su manera y de un modo más o menos consciente. Y hay que señalar que ha sido enriquecedor y relajante ver a los tres juntos en el campo durante las sesiones de práctica de martes y miércoles. Sin forzar postureos de cara a la galería, en discreta armonía, disfrutando de verdad del momento (especialmente Rahm), planteándose retos en los greenes, resolviendo con gracia algunos piques con el juego corto, pasándose información… Y hasta contando chistes de vascos saliendo del green del 11 hacia el tee del 12.

A Sergio se le ve especialmente sereno y centrado. Incluso ha ocupado parte de su tiempo esta semana en informarse de algunos aspectos de la historia del Oakmont Country Club. «¿Os podéis creer que no me acordaba prácticamente de nada del campo de la vez que jugamos en 2007? Claro, como para acordarme…», nos decía caminando por la calle del hoyo 1 y haciendo referencia a lo mal que le fue en aquel US Open. Ventajas de la condición humana y su memoria selectiva. Anécdotas aparte, su última victoria en el Byron Nelson le ha aportado una tranquilidad y confianza evidentes. Salta a la vista. Viene de disfrutar en familia en la boda de su hermana Mar y su juego sigue en orden. Siente que tiene el control de las operaciones, hasta donde uno puede tenerlo en un recorrido que da vértigo con solo mirarlo. Lo que se ha visto estos días es que Sergio transforma un mal golpe en un reto. Ni un mal gesto. Como aquella semana y, más concretamente, aquel domingo en Texas antes de ganar a Koepka en el desempate…

Rafa, siempre ha sido un deportista cerebral, es cierto, pero eminentemente positivo. Hoy, además, es un jugador de golf muy hecho, muy maduro. No hace falta buscar demasiado para darse uno cuenta de que dispone de más recursos. «Estamos en un campazo. Después, cuando vayan llegando los bogeys ya os contaré», afirma con alegría y realismo. El canario tiene un plan de juego muy bien definido y se le ve muy seguro en él: el cazador de birdies esta semana puede acabar cazado; mejor aguardar el momento, como los camaleones, mimetizado en el verde de Oakmont.

A Jon se le ve suelto, dispuesto, humilde, pero no recatado. Ha hecho buenas migas con sus dos compañeros consagrados y si le preguntas y le vuelves a preguntar te dirá que a él le parece todo un privilegio estar caminando esta semana con ellos por las calles de Oakmont, disponiéndose a jugar el primer major de su carrera. Está haciendo un esfuerzo por aplacar sus propias expectativas, que son las más exigentes de todas, sencillamente porque él no entiende eso de ponerse a competir sin sentir a la vez un deseo irrefrenable de ser el mejor, de llegar el primero a la meta. Sin embargo, su entorno está trabajando en la sombra con finura para que ese deseo no se transforme en ansiedad ni en obligación. Dejar que todo ocurra cuando tenga que ocurrir, si es que tiene que ocurrir… Un buen ejemplo de esta actitud es la frase que se repetirá justo antes de pegar el primer golpe en el tee del 1 del US Open este jueves: «paciencia, confianza y determinación», tal y como confesaba a Tengolf.