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¿De alguna manera se puede dar por abierta oficialmente una nueva era del golf moderno?

DeChambeau hace Grande su modo de entender el golf

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Bryson DeChambeau besa el trofeo de campeón del US Open 2020. (John Mummert/USGA)

Por si no los hubiera ya, ahora sí que comenzaremos a ver paulatinamente pequeños ‘brysoncitos’ con el juego de palos de Bryson DeChambeau (-6), flamante ganador por aplastamiento del US Open 2020 después de firmar un 67, único resultado por debajo del par en la ronda final. Y portando también una réplica de su putter y esa particular, exagerada, feísima y eficaz manera de ponerse delante de la bola en los greenes. Respecto al putter y el modo de usarlo, precisamente, pueden ustedes apostar fuerte a favor de que también comenzará a verse en los putting green de los torneos profesionales. Otra cosa será que aficionados y pros se apunten también a la vía de las 200 millas por hora de velocidad de bola… Eso es otra historia que no está al alcance de cualquiera.

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El californiano, con sus peculiares métodos y forma de entender el golf y la vida (un pequeño resumen: si quieres algo, ponte en marcha y ve a por ello sin descanso), es otro fiel exponente de esta extraordinaria hornada del año 1993 del golf estadounidense, que entre otras cosas suma ya cinco ‘majors’, que se dice pronto (los tres de Jordan Spieth, el de Justin Thomas y ahora éste de DeChambeau), y como quiera que todavía andan lejos de cumplir los treinta, veremos en cuanto acaba la suma.

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DeChambeau no ha dado opción a nadie en Winged Foot y ha cumplido a lo largo de la semana con el requisito imprescindible en cualquier torneo de golf, pero mucho más en un US Open, que consiste básicamente en sacar mucha ventaja en los tramos brillantes y en mantenerse a flote en los complicados. DeChambeau, de hecho, visto lo visto, ganó medio torneo el sábado, jornada en la que finalizó con una tarjeta de par absolutamente improbable, tal y como había comenzado la ronda, muy desajustado desde el tee y de lío en lío. Pero este tipo es duro como el pedernal. Recio y siempre dispuesto. Este domingo, sin embargo, ha aplicado la ley del rodillo casi desde el inicio. Sólo Matthew Wolff (PAR), líder al inicio del día, aguantaba el ritmo de su compañero de partido, aunque terminaba claudicando por los segundos nueve hoyos del West course de Winged Foot. El hoyo 9, par 5, marcaba una raya en el suelo: ambos se habían procurado sendas opciones de eagle, pero la de Wolff era mucho más asequible. Bryson ni siquiera tenía asegurado el birdie, pero embocaba un purazo de casi doce metros y mantenía así la iniciativa en el duelo. Su joven rival ya nunca volvería a ser el mismo.

El de Fresno ha sido fiel durante toda la semana a la estrategia de garrotazo y tentetieso. Su objetivo declarado siempre fue pegarle todo lo duro que pudiese desde el tee para tener luego el palo más corto que pudiera en las manos, sin miedo ninguno o precaución ante el severo rough de la USGA

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¿De alguna manera se puede dar por abierta oficialmente una nueva era del golf moderno? Reflexionemos acerca del aviso que ya ha lanzado el californiano, porque esa es otra: no tiene ningún problema en aportar todos los detalles de su trabajo, estrategia y retos. Reflexionemos, decíamos, acerca de su última ‘advertencia’: ahora quiere alcanzar las 210 millas por hora de velocidad de bola y para ello está usando ya en sus interminables sesiones de trabajo una varilla en du driver que es seis centímetros más larga… Asegura que todavía necesita mayor consistencia, pero que no anda muy lejos de llevarse el nuevo monstruito a las vueltas de competición. Este hombre ha tomado la firme determinación de dejar en pañales a cuantos legendarios campos se encuentre en su camino y, de momento, ahí queda la gesta, ha sido el único que ha doblegado a Winged Foot esta semana.

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Es muy habitual ver a Bryson DeChambeau, él solo, pegando bolas al caer la tarde en el campo de prácticas que le toque esa semana. Su particular método, queda claro, es efectivo y exitoso, pero que nadie se llame a engaño: lo es sobre todo por la cantidad de horas de trabajo que hay detrás. En este sentido, no hay ninguna nueva era abierta, sino la senda de siempre; la que recorrieron Jack Nicklaus y Tiger Woods, por ejemplo. Y Seve. Y Chema. Cada cual a su modo, con sus particularidades (en este punto Bryson se lleva la palma, de acuerdo), pero seguramente trabajando más que nadie o, como mínimo, lo mismo que el que más.

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