Matthew Wolff (-5) ha cerrado este sábado una vuelta histórica de 65 golpes en Winged Foot que lo sitúa como principal favorito al triunfo en el US Open 2020. Hay que considerarlo así obligatoriamente, a pesar de la juventud y supuesta falta de experiencia de este joven californiano de 21 años, que está disputando esta semana su trigésimo torneo en el PGA Tour, así como su segundo Grande (se estrenó en el PGA del pasado agosto), y que apenas lleva año y medio como profesional.
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También es cierto que el bello e imponente esfuerzo de Wolff pasará a la historia verdaderamente si mañana remata la faena. De otro modo, sólo quedará en la memoria de sus seguidores más fieles, que ya los tiene, o en la de los aficionados más sabios y recalcitrantes. Y no sería justo. Porque lo que ha hecho Wolff hoy en el legendario West course de Winged Foot ha sido una obra de arte. O de ingeniería, según se mire…
Por los primeros nueve hoyos sacaba un parcial de cinco menos absolutamente inverosímil, si nos atenemos a lo que venían hoy haciendo todos. En este tramo, además de procurarse una oportunidad de birdie detrás de otra, luego además enchufaba al menos tres putts letales desde distancias que iban de los tres a los cuatro metros largos. Hasta aquí, la parte más agradecida y espectacular. La más festiva y efervescente, la de los cinco birdies. Pero de estas no hay tantas en un US Open, un torneo que se gana más desde el perfil que nos enseñaba Wolff por los segundos nueve…
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Y es que por la segunda mitad del recorrido de Mamaroneck no iba a coger ni una sola calle, y sin embargo tampoco iba a dejar de cazar greenes, atizando con una potencia y determinación descomunales desde el rough, sacando lechugas desmadejadas del suelo a diestro y siniestro. Da la sensación de que ese swing con paradiña tan personal, que lleva el palo hacia la bola en un ángulo tan vertical, le ayuda a sacarla de la hierba alta con mayor facilidad. A veces, casi con naturalidad. Eso, y la potencia de sus brazos, que no son los de DeChambeau, pero que tampoco van mal servidos.
El tirazo de Matthew Wolff para cerrar una vuelta para la historia (VÍDEO)
Wolff ha igualado el mejor registro en un US Open disputado en Winged Foot, establecido el pasado jueves por Justin Thomas, pero es un hecho casi empírico que la ronda del joven californiano tiene aún más mérito, en una jornada en la que sólo se han dado siete tarjetas por debajo del par, y además con el torneo entrando ya en su fase decisiva.
Sólo quedan tres jugadores por debajo del par. El citado Wolff, además de Bryson DeChambeau (-3) y Louis Oosthuizen (-1), que mañana buscará su segundo Grande diez años después del primero gracias a un espléndido y muy bien trabajado 68. DeChambeau, por su parte, se mantiene firme y confirma de alguna manera que la potencia desde el tee y desde el rough siempre tienen mucho que decir, pero aún más esta semana.
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De todos modos, el US Open seguramente está abierto todavía a un nutrido grupo de jugadores. Para entenderlo, basta con observar lo que le ha pasado a Patrick Reed (+3) en la jornada del movimiento. Por momentos pareció que el texano iba a sortear una vez más todas las dificultades, pero terminaba sucumbiendo por los segundos nueve y firmando una abultada tarjeta de 77 golpes. Lo mismo que Justin Thomas (+4), que cargaba con demasiado lastre en el primer tramo de la ronda, igual que Jon Rahm, y luego no encontraba la manera de soltarlo.
Todavía da la sensación de que este US Open se podría ganar incluso con un acumulado de -1, porque no hace falta demasiado para perder pie en Winged Foot. En tal caso, hasta Rafa Cabrera Bello (+2) tendría sus opciones. Y qué decir de Rory McIlroy (+1), Matsuyama (PAR) o Schauffele (PAR).
