Cinco meses y medio de 2023 y hemos vivido momentazos de todos los colores en el golf: Jon Rahm ganó cuatro torneos (CUATRO TORNEOS), uno de ellos el Masters, en 90 días; un tal Michael Block ponía patas arriba el PGA Championship con una actuación de ensueño y un hoyo en uno; Rose Zhang reventó el globo al ganar en su estreno en el LPGA Tour; han fumado la pipa de la paz el PGA Tour/DP World Tour con PIF y, aunque nadie sepa nada de momento, parece una gran noticia a priori… Y quedan por delante este US Open, el British, la Solheim y la Ryder, entre otros eventos de campanillas. Sí, es cierto, pero yo ya he elegido cuál elijo: el placaje del guardia de seguridad a Adam Hadwin en la celebración por el triunfo de Nick Taylor en el RBC. No sólo la embestida tendrá un hueco en los anales de la historia, también la reacción del matrimonio Hadwin. El golfista ha sido el primero que ha participado en bromas, montajes y comentarios jocosos en las redes sociales. ¿Y qué decir de su mujer, Jessica? Más graciosa, incluso. «El humor cuestionable o los chistes malos son míos y no reflejan los puntos de vista de mi esposo. De hecho, me dice a diario lo poco graciosa que soy». Eso reza en su perfil de Twitter. Me quito el sombrero con ambos por esta actitud ante la vida. Me he convertido en un fan de Adam y a diario me asomo a la cuenta tuitera de Jessica para leer sus ocurrencias. Vaya pedazo de matrimonio.
En aras de continuar con la política de poca transparencia, la PGA no da detalles de qué le ha ocurrido a Jay Monahan, el CEO del Circuito Americano, para que se haya tenido que apartar de sus funciones por un problema médico. Cuentan en los mentideros angelinos que todo puede estar causado por el estrés en las negociaciones con el Fondo de Inversión Pública saudí después de haber largado fiesta de la falta de moralidad del país del Golfo Pérsico. Tiene pinta de un soponcio, de un parraque, que decimos por el Bajo Guadalquivir. Mando ánimos desde este pequeño espacio porque menuda faena. Y me identifico algo con él porque, ahora que estamos en Selectividad (EBAU o EvAU se llama ahora dependiendo de la comunidad autónoma), yo las pasé canutas en 1992. El año de la Expo de Sevilla, sí, ése. Por hacer el ganso me mandaron (con todo merecimiento) a septiembre y me sentía más presionado que Martin Kaymer en aquel putt del milagro de Medinah. Dolor de cabeza, desconfort intestinal por culpa de los nervios, boca seca, tensión muscular, falta de sueño… Menudo mal trago pasé, majos. Aprobé, pero se me fastidió el verano de la Expo. Aún hago la broma cuando llevo el coche a la ITV y le digo al operario: «Estoy más nervioso que en Selectividad». Jamás se ha reído ninguno. Seguiré repitiendo la chanza.
Espero que nuestro enviado especial y querido amigo Alejandro Rodríguez se pase por la mansión de Playboy y saque unas fotos de la fachada. A aquellos guateques ochenteros repletos de excesos se apuntaba el cómico y cantante John Belushi (muy recomendable el libro Como una moto, de Bob Woodward). Me da que esas fiestas no eran muy de mi estilo, más habituado a la barra del bar y charlar poco con la concurrencia. Hablemos de golf. Jon Rahm ha acertado dos calles en 11 hoyos y, aun así, se agarra al par del campo. Se le han ido tres putts seguidos para birdie por los pelos. Hay que remar porque Rickie Fowler, el chico de Puma con cara de niño, lleva seis menos en 12 banderas (no da tanto yuyu este US Open). Pablo Larrazábal, a quien le han puesto en los resultados de la web oficial del torneo la carita de su etapa júnior, va al par tras 16. Bien. Sergio García está con +1 tras 12. Pero lo que de verdad importa: Hadwin lleva -1 después de 11. ¡¡¡Vamos, Adam!!!
