Hace un tiempo que Scottie Scheffler decidió que un mal swing con el hierro 6 o un mal putt de metro y medio no le iban a arruinar el día. En este mantra se basa una buena parte de la extraordinaria consistencia del Número Uno del mundo en los últimos meses. Relativiza los errores y los pone en perspectiva. No pesan. No hacen daño. O al menos, no demasiado. Por eso, incluso se atreve a bromear con la crisis de putt que tuvo en el Memorial y que le está haciendo valorar la posibilidad de cambiar de putter.
«Si en el Memorial hubiera pateado medio bien habría ganado el torneo. Lo tengo claro. Por eso estoy probando otro putter esta semana. Es muy parecido al otro, sólo que un poco más grande. Aún no sé si lo voy a utilizar, seguramente lo decidiré el jueves. En el fondo lo único que busco es asustar al putter titular, que sienta la presión y a ver si así reacciona», comenta divertido.
La clave de la fantástica actitud de Scheffler es que incluso cuando se está planteando cambiar un palo tan personal y delicado como el putter consigue restarle importancia. El objetivo es que no afecte a su confianza, no se fustiga, es casi como un juego divertido.
«Nunca me tomo a la ligera las decisiones de cambiar de equipo. Es extraño que haya estado sufriendo las últimas semanas con mi putter. Nunca he sido de los que piensan demasiado, así que intento hacer las cosas lo más sencillas posible. El putter es una cosa muy rara. A veces, cuando estás en el green, cuando te sientes bien, sientes que nunca vas a fallar, y a veces, cuando te sientes fatal, sientes que nunca vas a meter uno. Es todo muy personal», afirma.
En cuanto al recorrido de Los Angeles Country Club, Scheffler es otro enamorado. Jugó y ganó aquí la Walker Cup en 2017 y el diseño le dejó huella. «Tengo buenos recuerdos de este campo de golf. Me acordaba de la mayoría de los hoyos antes de venir esta semana, lo que no es habitual en mí. Normalmente no recuerdo demasiado. Tiene una buena mezcla de hoyos que tienes que ir a por ellos y otros en los que tienes que aguantar. Pegas con muchos palos diferentes a los greenes y eso te da muchas opciones, es una prueba realmente buena», asegura.
Su radiografía del campo de golf es realmente buena y precisa. «Creo que los primeros nueve hoyos son un poco más fáciles que los últimos. En los primeros tienes el 6 (par 4 corto), el 8 (par 5) y el 1 que son asequibles. El 3 es otro hoyo de wedge donde la calle es bastante ancha. Hay oportunidades. Al pasar a los nueve segundos, cambia. El hoyo 10 sí es un wedge, pero luego el campo de golf te golpea duro y tienes que jugar muy bien. Del 11 al 18 es probablemente el tramo más difícil del campo», recalca.