El US Open ha propiciado un primer acercamiento entre Sergio García y Rory McIlroy. Su relación sigue rota, pero al menos se han producido en las últimas horas algunas señales y gestos que invitan a pensar que la situación se puede reconducir. Se podría decir que, al menos, la comunicación, aunque sea mínima, se ha retomado.
El gesto más significativo ha tenido lugar este mismo domingo en plena ronda final del US Open. Rory McIlroy se encontraba en el green del hoyo 1 estudiando su putt de eagle nada más iniciar su ronda, mientras que unos metros más a la derecha, Sergio García estaba en el tee del 18, preparando su golpe de salida, a punto de terminar su participación en el torneo. En un determinado instante, los dos jugadores han cruzado las miradas y Rory le ha hecho un gesto explícito al español: se ha llevado el dedo pequeño de su mano derecha a la boca y el pulgar a la oreja. No hay que ser ningún experto en lenguaje de mímica para saber que le estaba diciendo que lo iba a llamar.
Este gesto de McIlroy es el resultado de una serie de acercamientos que se han producido esta misma semana en Los Angeles Country Club. Por ejemplo, la esposa de Sergio, Angela Akins, ha saludado a McIlroy en los interiores de la casa club con la sana intención de romper el hielo. No fue mucho más allá, pero Rory le devolvió el saludo. Además, el propio Sergio, y esto tiene si cabe más enjundia, estuvo dialogando después de su primera ronda durante varios minutos con el agente y mano de derecha de McIlroy.
Después de estas dos primeras tomas de contacto, García tomó la iniciativa y decidió enviar un mensaje de texto a McIlroy. El contenido del mensaje, más o menos, venía a decir: nos tenemos que sentar para arreglar lo nuestro. No tiene sentido esta ruptura total de relaciones después de todo lo que han vivido juntos tanto en la Ryder Cup, formando pareja, como fuera de ella.
El US Open ha supuesto por tanto el inicio de las conversaciones para acabar con esa guerra fría particular. Recuerden que el gran desencuentro se produjo con la marcha de Sergio García a LIV Golf. A raíz de ello, los dos golfistas mantuvieron una acalorada discusión por teléfono, vía mensajes de texto, y terminó como el rosario de la aurora, con McIlroy diciendo que no quería saber nada más del golfista de Borriol. Se dijeron cosas bastante feas.
Desde entonces, cada vez que ha podido, Rory ha dejado claro que prefiere que no haya jugadores de LIV Golf en el equipo europeo de la Ryder Cup, en clara referencia, entre otras cosas, a esta fractura que se produjo con Sergio. El daño colateral de la discusión y la ruptura entre ambos es que García se quedaba sin opciones de formar parte del equipo. Su clasificación es casi una quimera porque tendría que jugar más torneos del Circuito Europeo y hacerlo muy bien en los Grandes y la elección a dedo estaba totalmente descartada para no crear un problema en el vestuario. Más o menos, así se lo vino a decir Luke Donald a Sergio, o al menos así lo interpretó el castellonense.
Si la tensión entre Rory y Sergio se termina y arreglan sus diferencias durante una charla civilizada, no hay que descartar que las puertas de la Ryder Cup de Roma se le pudieran abrir de nuevo al español, aunque para ello tendría primero que pagar la multa y después hacerse miembro de nuevo del Tour. Por último, tendría que ser elegido por el capitán. Por tanto, aún tienen que pasar muchas cosas para que se pueda considerar como algo factible la presencia de Sergio en Roma, pero al menos se están sentando las primeras bases. A ver cómo evolucionan las primeras ‘conversaciones de paz’.
Y falta que Sergio haga mejores resultados. Aunque sea en el LIV.
Ahora mismo no se justifica el dedo para él.