Inicio Ryder Cup Ryder Cup 2020 Algunos puntos sobre las ‘íes’ con Europa al filo del abismo
Crónica de los foursomes del sábado de la Ryder Cup en Whistling Straits

Algunos puntos sobre las ‘íes’ con Europa al filo del abismo

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Padraig Harrington esta semana en Whistling Straits. © Golffile | Fran Caffrey
Padraig Harrington esta semana en Whistling Straits. © Golffile | Fran Caffrey

Estados Unidos ha vuelto a ganar otra sesión de la Ryder Cup, la de los foursomes del sábado, por el mismo resultado que las dos anteriores, 3-1, así que el marcador global se ha ido hasta un vertiginoso y espeluznante 9-3 que sitúa a Europa, ahora sí, al filo mismo del abismo. Ya no puede hablarse de márgenes de error para los de Harrington, sencillamente porque no existen. Antes bien, si el equipo continental todavía aspira a llegar vivo a la jornada de los individuales al menos debería ganar la última sesión por parejas, la de los fourballs, por un resultado contundente…

Veamos. Un 3-1 a su favor, por ejemplo, dejaría las cosas tal y como estaban en Medinah hace nueve años (10-6 antes de los individuales para los estadounidenses), pero es bien sabido lo que tuvieron que hacer entonces los muchachos de Olazábal para darle la vuelta a la situación. Exacto: un milagro. Y ya se sabe que de milagros no vive el golfista. Mientras haya vida, claro, habrá esperanza, pero ya no queda otra que sacar las cornetas, porque el asunto está negro de verdad.

En los foursomes de esta mañana Europa se ha vuelto a quedar corta. Muy corta. De nuevo, Jon y Sergio sacaban adelante su punto abriendo el campo (3 y 1 ante Koepka y Berger), a pesar de haberse puesto tres abajo después de tres hoyos, circunstancia que no hace otra cosa que añadir páginas a la leyenda de los foursomes españoles en la historia de la Ryder Cup (doce victorias y dos empates en 16 partidos desde 1979 a nuestros días). Más allá de la exhibición y remontada de los dos españoles, cuajada de excelentes momentos y golpes, es de justicia reconocer que el equipo de Harrington se ha mostrado más competitivo que el viernes por la mañana; al menos llegaban partidos al 17 y al 18…

No se trata de triturar a nadie, oiga usted, que al fin y al cabo la Ryder no deja de ser una mera competición deportiva, por grande y emocionante que sea. Pero a la hora de hacer una análisis objetivo también conviene poner algunos puntos sobre las ‘íes’. Por ejemplo, el dúo WestwoodFitzpatrick no ha funcionado de ninguna de las maneras. Más allá del hecho puntual del error en algunos putts decisivos, lo que sin duda ocurre en las mejores familias, realmente su juego casi nunca ha alcanzado ese punto de consistencia y continuidad necesario para intimidar de verdad al rival o llevarlo con la soga al cuello. A Westwood le ha faltado un último cambio de marcha y a Fitzpatrick la Ryder no termina de quererlo. Hace tiempo que el joven inglés dejó de ser aquel tipo risueño en el campo, pero es que se le ha visto más preocupado que otra cosa, y ligeramente acelerado en los momentos de la verdad. Su putter, uno de los más afilados del mundo sin ninguna duda, no ha sido el arma definitiva que Europa necesitaba.

Eso de mover un foursome más allá del plan establecido no siempre es sencillo, pero es posible que a Harrington le haya faltado ese pelín de cintura para no haberlos hecho repetir.

Paul Casey ha mejorado sensiblemente respecto al viernes, y no sólo por el impagable eagle que conseguía en el hoyo 14 desde casi cien metros de distancia, pero Tyrrell Hatton no le ha ayudado lo suficiente. Esa es la verdad. Demasiado irregular su juego para este formato de golpe alterno, muy errático desde el tee. Y tampoco las espaldas de Casey están para soportarlo todo en este momento, pues no ha llegado nunca a encontrar el toque en los greenes.

Wiesberger, por el contrario, ha transmitido buenas sensaciones, a pesar de fallar el disparo decisivo en el 18, cuando aún luchaba junto a Hovland por arrancar medio punto a Thomas y Spieth. En cuanto al noruego… Harrington va a hacerle jugar los cinco puntos y honestamente da la sensación de que al nórdico semejante rol le queda todavía un poquito grande. Viktor tiene una actitud irreprochable, magnífica, pelea como el que más y su juego es lo suficientemente consistente, pero a la hora de la verdad, y duele señalarlo, ha fallado un buen puñado de putts más bien cortos (o muy cortos) en momentos decisivos que han hecho mella en el marcador general. Él es un gran pateador fino y seguro casi cada semana del año pero en Whistling Straits se está jugando una Ryder Cup, que son palabras mayores…

Salvo en momentos puntuales no hemos visto la mejor versión del dúo formado por Thomas y Spieth. Tampoco Morikawa se está mostrando muy brillante, a la vera de un Dustin Johnson que sigue siendo lo mejor del equipo norteamericano. Cantlay no ha dejado de ser ese martillo pilón en los greenes que reventó la pasada Fedex Cup y a Schauffele de momento le está bastando con mantenerse en un sólido segundo plano y aparecer de manera abrupta y estelar aquí y allá para decidir hoyos, que es de lo que se trata.

Con esto (que no es poco), más lo que ya han aportado y aportarán esta tarde los Finau o DeChambeau, a la escuadra de Stricker le ha bastado para no dar respiro a los de azul. Y como esto siga por el mismo camino la Ryder podría quedar poco menos que resuelta esta misma noche.

No hay tiempo ni lamentos ni estancias en penumbra en las que lamerse las heridas. Sólo les queda a los de Harrington rearmarse y saltar a la arena como verdaderos gladiadores. Jon, Sergio, Shane, Tyrrell, Tommy, Viktor, Ian y Rory, los chicos de los fourballs vespertinos: ahora o nunca.

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