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Leona Maguire y Celine Boutier apuestan por un perfil bajo y hablar en el campo

Dos mosquitas muertas de armas tomar

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Celine Boutier, en la ronda de prácticas del martes en Finca Cortesín.
Celine Boutier, en la ronda de prácticas del martes en Finca Cortesín.

Es probable que a muchos les sorprenda, pero el mayor depredador del hombre no es el tiburón, ni el león, ni el tigre, ni el hipopótamo. El animal que más hombre se lleva por delante cada año es el mosquito. Se calcula que son responsables directos de más 600.000 fallecimientos al año y estima que hay unas 2.500 diferentes. Dos de ellas están en el vestuario de Europa esta semana en la Solheim Cup.

Hablamos, claro, de Celine Boutier y Leona Maguire. No hacen ruido, apenas se les ve, les gusta pasar desapercibidas, pero cuando llega el momento están siempre con el aguijón preparado para picar. Maguire ganó 4,5 puntos de los cinco que disputó hace dos años en la primera Solheim Cup de su vida, mientras que Boutier se llevó los cuatro que jugó en su estreno en 2019. La francesa, además, llega como flamante campeona de Grande tras su fantástica victoria en el Evian Championship.

Eso sí, el bombo y el boato, para otras. Ellas no quieren saber nada de eso. «Nosotras tenemos nuestras rutinas, nos gusta hacer siempre lo mismo, somos tranquilas y eficientes. Sabemos la importancia que tiene la Solheim y nos encanta, pero tratamos de preparar el torneo como cualquier otra semana», asegura Maguire. La irlandesa no ha podido definir mejor a la pareja: tranquilas y eficientes.

Es más, Leona pide que no le quiten el traje de cordero. El de lobo para las americanas. «Ellas tienen un equipo muy joven y muy bueno, va a ser muy difícil. Yo vengo a Finca Cortesín con las mismas pocas expectativas que tenía hace dos años cuando gané tanto. Que lo hayas hecho bien antes no significa que las cosas te van a salir bien otra vez esta semana. Me siento una novata, porque además es la primera vez que juego una Solheim en Europa», asegura.

Perfil bajo. Eso es lo que le gusta a Maguire. Te pica cuando no te enteras. No le viene nada mal a esta Europa que inevitablemente tiene cierto cartel de favorita por las dos últimas victorias consecutivas y el hecho de jugar en casa. A Boutier el plan de su compañera y amiga (compartieron dos años en la Universidad de Duke) le parece perfecto. «Nos preocuparemos de los resultados y de las expectativas cuando acabe el torneo, antes lo único que nos debe ocupar es prepararnos de la mejor manera posible para darlo todo».

A la francesa ni siquiera se le ha subido a la cabeza su triunfo en el Evian. «No creo que mi papel en el equipo sea diferente al de las dos últimas ediciones. Soy una más. Nuestra única misión será ganar el punto que tengamos por delante, nada más». Ya lo ven, parecen mosquitas muertas, pero realmente son mosquitos asesinos. Cuando le preguntan a Celine si prefiere una medalla de oro en los Juegos de París o ganar la Solheim, su respuesta no puede ser más reveladora. «Los dos, por qué tendría que elegir».

Hay voces que apuntan a que las dos podrían jugar juntas algún punto, aunque no han querido desvelar nada. «Hemos venido juntas porque Celine me echaba mucho de menos ya que apenas nos hemos visto en este verano», bromeaba Maguire, a lo que Boutier respondía con un rotundo: «no hago comentarios». Lo que sí dejó claro es que «no me gustaría enfrentarme con Leona».

Boutier ha entrenado hoy con Georgia Hall, una golfista con la que ha ganado 3,5 puntos de los cuatro que han jugado juntas. Maguire también ganó un punto en la última Solheim con Hall, el único que jugó y su otra pareja fue Melissa Reid, ausente en Finca Cortesín. Las dos han ganado los tres partidos individuales que han jugado en la Solheim. Puro veneno.