Juli Inkster le comió la tostada a Carin Koch hace dos años en la Solheim Cup Alemania. La capitana norteamericana, veterana, lista, hábil, curtida en mil batallas y con el instinto de competición mucho más afilado que su homóloga de entonces, supo llevar a su terreno el torpe error de Alison Lee en el último partido de ‘fourballs’.
Lo recordarán: Alison recogió la bola antes de que sus rivales hubieran concedido el putt, un putt, no lo olvidemos, que no estaba dado, ni mucho menos. Con aquel error de la novata americana, Europa se colocaba 10-6 antes de los individuales, la mayor ventaja de su historia. La tercera victoria consecutiva de Europa marchaba viento en popa.
Estados Unidos estaba contra las cuerdas y Juli Inkster pegó un golpe de timón a la desesperada que cambió el rumbo de aquella Solheim. Fue una jugada maestra que aparece en cualquier manual de guerra. Maestra y poco elegante, dicho sea de paso. Desvió la atención. Culpó a Pettersen y a Europa de juego sucio por no haber pasado por alto el grave error de su jugadora, por no haberla perdonado. Fue algo así como si un delantero falla un penalti y el entrenador del otro equipo, magnánimo, dice, pobre chico, que lo tire otra vez a ver si esta vez tiene más suerte.
Además, Inkster, muy hábil, movilizó a los medios norteamericanos, e incluso a algunos británicos, y se creó la injustísima sensación que Europa había jugado en contra del ‘Fair Play’. Aquí es donde entra en juego Carin Koch. La risueña capitana sueca, que hasta ese momento había llevado de cine la Solheim, se dejó comer la tostada, se hizo pequeña, entró en el juego de Inkster, no defendió con contundencia a sus jugadoras y hasta ‘obligó’ a Pettersen a salir públicamente pedir perdón por algo que dos años después sigue sin tener sentido alguno. Inkster creó una víctima, metió adrenalina en su vestuario y volcó un sentimiento de culpa sobre Europa que Koch no supo parar ni contrarrestar.
La capitana europea entonces, ahora en 2017, reconoce que no anduvo despierta. “Debí dejar más claro que Europa no había tenido culpa de nada y que no habíamos actuado mal, que fue un error de la golfista norteamericana y punto, pero tampoco tuvimos mucho tiempo entre el fourballs y los individuales”, asegura. Inkster, sin embargo, sí que tuvo tiempo para montar su campaña de desprestigio. A Koch le faltaron reflejos.
La pregunta que flota en el aire es si Inkster será capaz, llegado el caso, de comerle también la tostada a Annika Sorenstam. Lo cierto es que parece que no. Los galones son los galones y Juli no puede mirar de arriba a abajo a la sueca, sin duda la golfista más importante de todos los tiempos. De hecho, antes de lo de Alison Lee, y volvemos a la Solheim de hace dos años, Inkster ya intentó agitar la Solheim deslizando que Sorenstam, vicecapitana en Alemania, había hecho trampas al dar consejos a los golfistas europeas, algo que según el reglamento del torneo sólo pueden hacer las capitanas. La gran campeona sueca no dudó, ni pestañeó, ni siquiera debatió ni subió la voz. Salió inmediatamente ante los medios y dijo un simple: “es mentira”.
Annika sí parece tener las tablas, la experiencia y la solvencia que da su carrera para al menos no perder la batalla psicológica. Europa, sobre el papel más débil que Estados Unidos y mucho más con la baja de Pettersen, va a necesitar algún extra para derrotar a las chicas de Inkster. Igual no vendría mal recordar lo que sucedió hace dos años y darle la vuelta. La capitana americana prefiere no recordarlo, y es obvio, ya no puede sacarle más rédito, pero Europa sí que lo puede llevar a su terreno.
Por cierto, esta noche a partir de las doce tendrá lugar la ceremonia inaugural de la Solheim Cup y se conocerán los primeros enfrentamientos foursomes de la mañana del viernes.