Son una retahíla de detalles los que habrán ayudado a que Europa haya podido alcanzar el empate en el marcador después de aquel devastador 4-0 de la primera sesión de foursomes del viernes. Seguro que el hecho de embocar algunos putts concretos ayuda una barbaridad. Igual que acertar con los emparejamientos. Pero antes de llegar a esos puntos del juego puro y duro, puede abonarse mejor o peor el terreno. Y uno de los detalles que quizá termine teniendo un peso decisivo (lo veremos mañana, aunque algo se ha visto ya hoy) fue sin duda el ‘speech’ de la capitana, Suzann Pettersen, el viernes por la noche en el cuartel general del equipo europeo. No era sencillo, después de los incendios que se habían propagado en el vestuario: los caprichos de Hull, la extraña fijación de Celine Boutier de jugar sólo con determinadas compañeras (Georgia Hall, a ser posible)…
Peterssen decidió tomar la vía más emocional en su discurso. Su perfil de capitana, desde luego, responde mucho más a esa línea. Para lo bueno y para lo malo. Según ella misma reconoce, habló “desde el corazón”. Y a veces ocurre, claro, como ella también admite, que cuando se habla más con el corazón que con la cabeza terminan diciéndose cosas que “no sería apropiado decir en esta sala. Pero creo que era necesario hacerlo así y creo que ellas lo entendieron”, puntualizaba.
Y funcionó. Vaya si funcionó. A los hechos hay que remitirse.
De alguna manera quería provocar a sus jugadoras. A todas ellas. Levantarlas. A las que podían estar en el epicentro de los problemas, por supuesto, pero también al resto. Que se mojaran. Que lo escupieran todo. Y que pudiera llegarse en la medida de lo posible a rehacer la piña que se supone que debe ser un equipo que aspira a la victoria.
Este discurso, evidentemente, ha ido acompañado de otras medidas, bien explicadas a las implicadas con esa transparencia que Suzann pretende que sea la bandera de su capitanía. Por ejemplo, ‘limpiar’ a Hull de los foursomes de la mañana del sábado. Y a Boutier de los fourballs de la tarde. Otra decisión o medida muy atinada, desde luego, fue la de emparejar a Hull en los fourballs de la tarde con Leona Maguire, una jugadora que no se descentra nunca, así caigan rayos y lluevan chuzos de punta…
Queda claro, en todo caso, que en el bando europeo todas se han dado cuenta ya de que los partidos no se ganan solos y de que hay que poner todo el corazón y la cabeza. En el juego, por supuesto. Y también al servicio del equipo.
