Jon Rahm mete el putt de campeón del DP World Tour Championship de Dubai, se quita la gorra, levanta las manos, recoge el putter del suelo y saluda a Mike Lorenzo Vera. A partir de ahí comienza una cadena grande y muy significativa de abrazos. El primero es para Íñigo Urquizu, amigo y rival hoy a los mandos de la bolsa de su compañero en el partido estelar. El segundo, fuerte, de los que duelen, de los que crujen, es para su alma gemela, Adam Hayes, su caddie. El tercero, el más largo, el más efusivo, el más cálido, es para Kelley Cahill, su prometida. El cuarto es para Jeff Koski, su mano derecha, el guardián de sus cosas, su confidente, su manager. Todos ellos se producen en el mismo green del 18, antes de atender a la primera entrevista en caliente. Pero no son los únicos…
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El sexto abrazo es para Tommy Fleetwood. Sí, allí estaba el inglés, a pie de la carpa de entrega de tarjetas, para darle un abrazo a Jon y ser uno de los primeros en felicitarlo. Precioso instante. Deportividad. Señorío. Qué tipo más especial es Fleetwood y qué bueno es que haya personajes así en el deporte.
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El séptimo y octavo vuelven a ser abrazos en español, si es que un abrazo tiene idioma. Son para Sergio García y Jorge Campillo. Los dos han llegado corriendo para felicitar al campeón, para compartir con él un orgullo común. Son abrazos bonitos porque se producen en la intimidad, fuera de las cámaras. Se meten en la carpa de las tarjetas y allí están algo más de dos minutos. Es precisamente en ese momento cuando Sergio García le dice una frase a Jon que le pone los pelos de punta…
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Merece la pena escuchar al propio Jon por lo bien que lo cuenta… Camaradería.
