Gonzalo Fernández Castaño vuelve a jugar esta semana un torneo del PGA Tour. Una nueva oportunidad, y no hay muchas, por eso cada una vale su peso en oro.
El jugador madrileño disputa desde este jueves el Valero Texas Open, una cita a la que Gonzalo se ha asomado ya en dos ocasiones aunque sin mucha suerte. Es el momento ideal para sacarse la espina, aunque la situación pueda no parecer idónea. Es el tercer torneo que jugará Gonzalo en las últimas doce semanas. Es algo así como jugar a la ruleta rusa. Pero no queda otra, es lo que toca por la tarjeta que tiene.
Un análisis previo pesimista diría que Gonzalo lo tiene muy cuesta arriba esta semana. Apenas ha podido competir recientemente y se enfrenta a un campo donde no le ha ido bien. Jugó en 2013 y 2015 y en ambas ocasiones falló el corte con vueltas de 75, 74, 80 y 72 golpes. Desde luego, el Oaks Course del TPC de San Antonio, sede del torneo desde 2010, no es el escenario soñado para Gonzalo.
Sin embargo, la realidad es que Gonzalo no se puede permitir ese planteamiento negativo. Más bien al contrario, debe verlo como lo que es, una gran oportunidad que se le abre en el horizonte para si no asegurar su tarjeta en el circuito americano, sí al menos darle un empujón importante y seguir creciendo en los re-rankings. Además, aunque el Valero no se le haya dado bien a Gonzalo, sus recuerdos sí son buenos en Texas. Más allá de que aquí reside su entrenador, Randy Smith, resulta que los otros dos torneos que ha jugado en Texas no ha sido nada menos. Fue 16º en el Byron Nelson y 42 en el Houston Open, ambos en 2015.
Gonzalo está atrás en la FedEX Cup, pero cualquier torneo del PGA Tour es una excelente opción de arreglar la temporada. Con esa ilusión está ya entrenando el madrileño en los típicos correcaminos de Texas. Sí, correcaminos, el pájaro que siempre le daba esquinazo al coyote. Eso es lo que intentará Gonzalo esta semana, ser el correcaminos y llegar primero a la meta del Valero Texas Open.
