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Manual de lo que NO hay que hacer en Shinnecock Hills

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Rafa Cabrera Bello pega el golpe de salida en el hoyo 11. © Tengolf
Rafa Cabrera Bello pega el golpe de salida en el hoyo 11. © Tengolf

En las vueltas de prácticas los jugadores se pasan más tiempo anotando apuntes en su libreta que pegando golpes. Esto es entrenar un campo, desmenuzarlo. Toda esa información recopilada se convierte en un manual de uso básico para el torneo.

La mayoría de los golfistas apuesta por destacar, subrayar o marcar aquellas zonas del campo por las que, de común acuerdo con su caddie, considera que hay que ir jugando, así como el lado bueno de los fallos. Ya saben, si algún golpe se escapa, conviene tener claro por dónde hay que hacerlo.

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Rafa Cabrera Bello, sin embargo, tiene una teoría diferente. Prefiere rodear con un círculo aquellas zonas donde está prohibido ir. Peligro. Danger. Le parece más práctico y útil y, de paso, una manera de tener bajo control al malvado Murphy. Basta que tengas claro dónde hay que jugar un golpe para que acabe saliendo al contrario… Otra cosa es que esta corriente de opinión genere algún que otro quebradero de cabeza a los psicólogos.

En cualquier caso, sea el golfista de una manera o de otra, esta libreta, siempre importante, será fundamental esta semana y es que hay que tener muy claro lo que no hay que hacer en Shinnecock Hills para no morir en el intento. Aquí van algunos detalles importantes a tener en cuenta en este US Open:

– Está prohibido fallar al lado malo de los greenes. Son la gran defensa de Shinnecock Hills. Revirados, muy movidos, duros y con muchos tonos distintos de hierba. Difíciles de controlar y muy complicados de leer. Pero sobre todo, alrededor de green espera siempre un duro castigo. El green en regulación será esta semana más que nunca un bien preciado. A veces ni siquiera es fácil detectar si hay un lado bueno. El rough está muy alto, los búnkers penalizan una barbaridad y las zonas de escape pueden mandar tu bola fácilmente a treinta o cuarenta metros, con un green, además, que siempre te recibe en alto.

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– Fallar la calle te manda a casa. No hay debate. Los fairways son mucho más anchos que en 2004, pero el rough es demencial. Quien falle muchas calles va a tener casi imposible pasar el corte. Sería algo heroico. Hay que aprovechar sí o sí la mínima ventaja que ha dado la USGA.

– No te fíes un pelo del viento… El aire en Shinnecock es muy cambiante. Los jugadores que llevan varios días en Long Island aseguran que cada jornada han tenido un viento diferente. El más difícil es el que soplaba hoy, del sudeste. En el hoyo 1, por ejemplo, pilla cruzado. Quien piense que tiene controlada la intensidad y la dirección, se puede meter en un lío.

Además, no necesita soplar con mucha fuerza para incidir de manera decisiva en el juego. Es un viento muy británico, denso, con peso… Hoy soplaba a unos 25 kilómetros por hora y afectaba de lo lindo. Un ejemplo, en el hoyo 3, con el aire a favor Rahm pega drive y pitch, mientras que con viento en contra pega el cuatro de segundo.

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– No hay que volverse loco leyendo los greenes. Los diferentes tonos de la hierba pueden provocar una y mil lecturas diferentes. Por este motivo, será vital apostar por una y no dudar. Lo contrario puede volver tarumba y derrumbar la confianza como un castillo de naipes.

– Prohibido pensar que hay un golpe fácil. Cada tiro en Shinnecock Hills es un desafío. El campo tiene la apariencia de un links británico con unas cuestas impresionantes. Por momentos, parece una montaña rusa. Es muy difícil pegar un golpe en plano, los greenes están en alto y los desniveles en ocasiones provocan tiros ciegos. Todo es un reto.

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El estilo de juego en Shinnecock es de links. Hay que jugar corto y a rodar. Los greenes están duros y lo normal es que se vayan poniendo cada vez más duros, ya que está haciendo calor, no se prevé lluvia y el viento, que sopla siempre, se encarga de hacer el resto del trabajo.