Inicio Blogs David Durán Cuesta despedirse de este PGA extraño, desnudo, redondo y revelador

Cuesta despedirse de este PGA extraño, desnudo, redondo y revelador

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Vista del green del hoyo 13 del TPC Harding Park durante la segunda jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray
Vista del green del hoyo 13 del TPC Harding Park durante la segunda jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray

Dentro de unos años, pongamos veinte o treinta, todavía resultará extraño y conmovedor recuperar las imágenes del letal y definitivo disparo de Collin Morikawa en el 16 de Harding Park, sin que un rugido atronador escolte a la bola en su lento rodar hacia la bandera. Sólo cuatro aplausos mal contados y algún alarido suelto y despatarrado. Aunque tales son los tiempos que corren que antes o después algún genio fundirá la realidad con otra virtual de miles de aficionados, jaleo, celebración y vítores. Mejor no. Dejémoslo todo como está. Extraño, desnudo, redondo y revelador. Eco hueco de este puñetero 2020.

El golpe icónico del PGA fue una genialidad que no estaba en el guión

Si hubiera que diseñar en cada major una ronda final ideal, seguro que no se alejaría mucho de la que vivimos ayer. Por la ingente cantidad de candidatos que llegaron vivos hasta el tramo final. Por la amalgama de generaciones y estilos, magnífico muestrario de lo que hubo, hay y se espera en la cima del golf mundial: veteranos curtidos en mil batallas (Rose, Casey), top ten mundiales y recientes ex números unos en la pelea (Johnson, Koepka, DeChambeau, Rose, Day), imberbes insurgentes que se sienten capaces de todo (Morikawa, Wolff, Scheffler, Champ, incluso Haotong Li), otros no tan imberbes, pero igualmente irreverentes respecto al orden establecido (Berger, Fleetwood)…

Luego, aparte, está Tony Finau. Un tipo peculiar que está fuera de cualquiera de estas categorías y, a la vez, dentro de todas ellas.

El ‘misil’ de Morikawa que vale por un PGA Championship (VÍDEO)

Jon Rahm y su caddie Adam Hayes en la tercera jornada del PGA. © Golffile | Ken Murray
Jon Rahm y su caddie Adam Hayes en la tercera jornada del PGA. © Golffile | Ken Murray

Sólo faltaba Jon Rahm en la fiesta final. Y, bien mirado, no ha estado tan lejos, aunque realmente nunca anduviera cerca. La cuestión es que rara es la vez que Jon provoca indiferencia (salvo a los realizadores de la televisión americana, parece ser, y es difícil de entender y asumir). Y, viéndolo jugar y hablar esta semana, las cosas que ha dicho, cómo y por qué las ha dicho, su progresión de menos a más y capacidad de análisis, sabemos que su primer Grande está un poco más cerca.

Rahm recupera el Número Uno con un gran sprint final en Harding Park

Después, también es cierto, la cosa va en gustos a la hora de rematar el escenario ideal. La preparación del campo por parte de la PGA americana ha sido impecable, esa es la verdad, y Harding Park se ha ganado un sobresaliente, pero hay quienes disfrutamos todavía más con una pizca añadida de dificultad… ¿Qué tal un cóctel con los mismos ingredientes, añadiendo un pelín más de firmeza y vértigo en los greenes, teniendo en cuenta que los partes nunca anunciaron huracanes?

Jon detecta la fórmula para ganar Grandes

Contra el sueño, nada como un emocionante acontecimiento deportivo. Los horarios de la costa Oeste de Estados Unidos siempre se hacen duros, qué decir si además el partido estelar sale a jugar el sábado a las tres de la tarde locales, medianoche en España…

Los mejores golpes de Morikawa en la última ronda del PGA Championship

Pero, metidos ya en harina y puestos a trasnochar, hubo un momento en el que incluso apetecía asistir a un desempate múltiple, pues llegó a parecer que el -11 podía ser el mejor resultado y que a ese registro bien podían llegar un mínimo de tres o cuatro jugadores y un máximo (incluso razonable) de siete (Morikawa, Casey, Johnson, DeChambeau, Day, Wolff, Finau y Scheffler). El eagle imperial de Morikawa en el 16, por supuesto, desactivaba cualquier posibilidad…

Brooks Koepka en la tercera jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray
Brooks Koepka en la tercera jornada del PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray

A Koepka no le salió nada el domingo. Quienes lo dábamos como máximo favorito (supongo que éramos mayoría), no dábamos crédito. Casi es obligatorio señalar que ayer probó la medicina que él había recetado a sus rivales en los Grandes estos años atrás… Puestos a buscar las claves técnicas de su debacle, hay varias. Una muy puntual, por el momento en que llegó. Había comenzado con un bogey tempranero en el hoyo 2, circunstancia que cabe en cualquier previsión, pero en el hoyo 4, primer par 5 del recorrido, fallaba la calle y luego pegaba un tercer tiro muy pobre desde el centro de la calle y a sólo 115 metros de la bandera. El día definitivamente se estaba cruzando…

Las cosas, muchas veces, son más sencillas de lo que parecen…

Lo dicho: el de Florida derrapaba en todas las parcelas del juego, pero es que, además, sumaba hasta 19 putts por los primeros nueve hoyos de Harding Park. El tripateo en el 7, otro hoyo de recuperación del que salía con bogey, y el putt corto que erraba para salvar el par en el 8 terminaban de enterrar sus opciones. En pleno shock caía otro bogey en el 9 y todo lo que vino después ya sólo fueron vanos intentos de maquillar el día. Él ya sabía que era imposible regresar. Sabía que en esta ocasión se había quedado en el andén.

Parece mentira que Ryan Palmer (PAR), con un 66 y un 64 en la mochila de un Grande, se haya quedado a ocho golpes del top ten y a trece del ganador. Así es el texano: imprevisible y ciclotímico, efervescente para bien y para mal.

Paul Casey y Ian Poulter durante la segunda ronda en TPC Harding Park. © Golffile | Scott Halleran
Paul Casey y Ian Poulter durante la segunda ronda en TPC Harding Park. © Golffile | Scott Halleran

Una de las grandes cualidades del ganador, Collin Morikawa, es la fiabilidad y precisión que muestra con los hierros. Pero seguro que Paul Casey aún le puede dar algunas lecciones en este sentido. El inglés volvió a pegar ayer algunos hierrazos cósmicos… Luego, qué cosas, también fue a tropezar precisamente con un hierro en las manos. Fue en el 13, desde la calle. Y a continuación tampoco lo arreglaba con un aprochito más rudo de lo que tocaba. Su actitud, en todo caso, siempre traslada serenidad. Señores, que esto es sólo un juego, parece decirnos a cada paso. Incluso sonreía al ver desde el tee del 17 el golpazo que acababa de pegar Morikawa en el 16 para casi sentenciar el torneo… Quizá sea esta ‘pachorra’ una de las razones por las que no ha ganado todavía un Grande, pero el inglés parece desde luego un tipo satisfecho y feliz… ¿No se trata también de eso? O mejor dicho: ¿no se trata fundamentalmente de eso?

Los mejores golpes de la última ronda en el PGA Championship

Dustin Johnson en la jornada final del PGA. © Golffile | Scott Halleran
Dustin Johnson en la jornada final del PGA. © Golffile | Scott Halleran

De acuerdo, Dustin Johnson tampoco tuvo su mejor día en una última ronda de un Grande. Puede (y debe) ser un jugador más determinante en estas grandes citas, pero su actuación de ayer también lo define perfectamente como el genio que es. El hoyo 16, todavía más: falla la salida, tiene que dropar y se apunta un golpe de penalidad… Y sale de allí con birdie después de embocar desde unos cincuenta metros y hundido en el rough, con la inestimable ayuda del azar, pero también de su talento. El caso es que, en un día enredado y áspero, aún sacaba adelante un 68 más que decente que lo hubiera metido de cabeza en un desempate de no haber mediado el factor Morikawa. Como se ve, hay distintas maneras de enfocar una misma realidad, porque seguro que son legión quienes se sienten decepcionados con su actuación, habiendo salido como líder en solitario.

Collin Morikawa y su caddie tras ganar el PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray
Collin Morikawa y su caddie tras ganar el PGA Championship 2020. © Golffile | Ken Murray

– Morikawa ha ganado el primer Grande de la terrible era Covid 19. En un ejercicio de honestidad y neutralidad seguro que se puede concluir que la ausencia de público le ha beneficiado. Es un tipo sereno y equilibrado, pero también uno de los menos experimentados en la tarea de mantener a raya las pulsaciones y la adrenalina ante treinta o cuarenta mil aficionados. Hasta los mejores se ven afectados de tanto en tanto por el aluvión de emociones. Será interesante analizar su comportamiento cuando al fin se vea en tal encrucijada.

Es imposible que Morikawa sepa de verdad lo que está haciendo…

Bryson DeChambeau durante la segunda jornada en Harding Park. © Golffile | Ken Murray
Bryson DeChambeau durante la segunda jornada en Harding Park. © Golffile | Ken Murray

Un último apunte. Con su cuarto puesto en el PGA, Bryson DeChambeau completa una última serie de diez torneos que asusta, pues encontramos en ella un triunfo, ocho top ten y seis top 5. Lo que nos lleva a dirigir inmediatamente la mirada al Número Uno del mundo: madre mía, la que se le viene encima a Jon Rahm, que es quien lo ocupa ahora mismo. Cada semana será una pelea descarnada abierta en tres, cuatro, cinco y hasta ocho frentes (Jon, Justin, Rory, Dustin, Collin, Webb, Brooks y Bryson) si el asunto se sigue apretando.